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VISTO / OÍDO
Columna
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Gibraltar

"Caerá como una fruta madura", dijo Franco de Gibraltar. El que cayó fue él mismo. A veces suceden cosas que cabrean al español, tan sensible a sentirse inferior o maltratado por otros: mucho más por la "Pérfida Albión", como decimos de Inglaterra desde que el Rey Prudente cometió la imprudencia de la Armada Invencible hasta el gol de Zarra. Ahora aparece la princesa Ana en Gibraltar, y nos enfadamos: celebra el 300º aniversario del territorio. O colonia. Llega el Tireless, o "Incansable", submarino nuclear que estuvo allí, averiado, y aparece en las primeras de nuestros periódicos. Tengo la idea de que la tierra es de quien la trabaja: creo que los llanitos -gibraltareños- tienen derecho a habitar su suelo. Lo mismo me pasa con los ceutíes y los melillenses. Han creado ciudades de lo que fueron presidios, y comercios florecientes, y algunas fórmulas incompletas de convivencia.

Pasan los años, los quieren absorber y no hay derecho. No ha habido derecho a entregar Hong Kong a China, ni Goa a la India: sus habitantes no quieren ese régimen, sino el que tenían, absurdo o no. Sus posiciones estratégicas han dejado de serlo: el cierre y la apertura del Mediterráneo, en el caso de Gibraltar y Ceuta, no tiene un sentido real: las guerras son otras, como vemos todos los días. En tiempos estuve en Ceuta, al pie de un cañón, apuntando hacia Gibraltar y, sobre todo, al Estrecho. En Gibraltar estaban los cañones apuntándonos a nosotros. Me ha divertido mucho saber que en uno de ellos estaba Anthony Burgess, el gran novelista de La naranja mecánica (cuando le diagnosticaron un cáncer irreversible dejó todo y se dedicó a escribir: no murió hasta cuarenta años después). Los que han creado ciudades a lo largo de los siglos tienen derecho a ellas. Gibraltar o Ceuta, Goa o Hong Kong. Por lo menos, a su independencia. Habrá que volver a pensar cómo fueron las independencias de las colonias por las que nos manifestábamos, o escribíamos, en los días siguientes a la Guerra Mundial. Cuando Indochina o Argelia. Cuando considero que África esta muriendo de enfermedades y de hambre: y que sus guerras son consecuencia de esa hambre, de los caciques que dejaron las potencias que se fueron y de las patentes de los laboratorios (36% de enfermos de sida; no hay medicinas; empieza a crecer en Asia), pienso en cuánta es nuestra culpa. De blancos ricos y sanos.

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