_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Productividad y empleo. ¿Podemos elegir?

El PIB per cápita real ha pasado en nuestro país de unos 4.500 euros en 1960 (a precios de 2003) a algo más de 18.000 en 2003, es decir, se ha multiplicado por cuatro. Este desarrollo se ha basado bien en el avance de la productividad, en según qué periodos, bien en el avance del empleo; pero, en general, no se ha observado que ambos avances se diesen simultáneamente. Contrariamente a lo que sugiere la comparación internacional, o la comparación regional, en el sentido de que habría un menú de combinaciones a elegir, la opción entre productividad y empleo no es sencilla para una economía determinada a lo largo del tiempo. Es obvio, a estos efectos, que Extremadura no puede convertirse en La Rioja, ni España en Estados Unidos, de manera repentina, pero tampoco la profundización simultánea en los frentes de la productividad y el empleo es algo que pueda lograrse con sólo desearlo.

El gráfico adjunto muestra cómo han evolucionado la productividad del trabajo (PIB por empleado en miles de euros de 2003) y la tasa de empleo (ocupados en porcentaje de la población total) desde 1960 en España. Se muestran también cinco líneas de nivel correspondientes a la renta per cápita (a precios de 2003) en 1960, 1970, 1980, 1990 y 2003. El nivel de cada línea se alcanza con cualquiera de las infinitas combinaciones de tasa de empleo y productividad a lo largo de la misma como el simple producto de ambas. De la nube de puntos en el plano, unidos por su senda temporal, se destacan los correspondientes a los años 1960, 1974, 1985, 1991, 1994 y 2003. Los datos proceden de la Comisión Europea.

La trayectoria no puede ser más elocuente sobre las alternativas que ha seguido la economía española para el aumento del nivel de vida de la población. Entre 1960 y 1974, con ligeras variaciones, se redujo sistemáticamente el uso relativo del factor trabajo, aunque esta reducción fue bastante moderada afectando a la tasa de empleo en apenas dos puntos porcentuales. A cambio, la productividad real del trabajo aumentó apreciablemente en esos quince años llevando la renta per cápita real a un nivel 2,3 veces superior que el inicial. Sin duda, el factor trabajo era un factor escaso en aquellos años en la economía española. Entre 1974 y 1985, periodo en el que se engloba la larga crisis del petróleo desatada en 1975, la renta per cápita apenas creció en términos reales, como ilustra una trayectoria de puntos prácticamente ajustada a la curva de nivel de renta per cápita correspondiente al año 1980, poco más de 10.500 euros de los actuales. En efecto, el aumento de la productividad del trabajo quedó compensado con la disminución de la tasa de empleo. De hecho, la productividad aumentó debido a la formidable destrucción de empleo del periodo, lo que es una mala manera de hacer que aumente la productividad.

Desde entonces, con la excepción del periodo 1992-1994, en el que se repitió a menor escala el patrón de la década centrada en 1980, el avance del nivel de vida en España ha venido impulsado por el empleo en mucha mayor medida que por la productividad. Las políticas han estado orientadas a la creación de empleo mediante la flexibilización del mercado de trabajo o la subvención a la empleabilidad de los trabajadores (reducción de las cotizaciones sociales), lo que ha dado sus frutos en cuanto la coyuntura económica lo ha permitido, si bien en detrimento de la intensificación tecnológica comparativamente encarecida. El resultado de ello ha sido que la productividad ha avanzado muy poco, lo que ha hecho que el progreso del nivel de renta real per cápita haya sido más modesto de lo que hubiera sido en presencia de un mayor dinamismo de la productividad.

La trayectoria de la nube de puntos del gráfico sugiere que los procesos de intensificación del empleo y de la productividad están dotados de una fuerte inercia, al contrario de lo que se observa cuando en vez de comparar situaciones para una misma economía a lo largo del tiempo se comparan, en un mismo instante del tiempo, situaciones para distintas economías. Es decir, las opciones relativas a la combinación productividad-empleo no son tan evidentes, salvo después de transcurrido un cierto tiempo. El gráfico indica también que un aumento acusado de la productividad nunca ha estado acompañado en la economía española de un aumento acusado de la tasa de empleo, lo que quiere decir que tampoco lo veremos en el futuro inmediato.

Lo que sí veremos, probablemente, teniendo en cuenta la fuerte reducción de la tasa de paro que se ha registrado en la última década, es que la intensificación del empleo avanzará más lentamente, haciendo depender de la productividad el curso de la renta real per cápita en nuestro país. Por eso, sin dejar de reformar el mercado de trabajo para estimular la participación activa de la población en edad de trabajar, la política económica deberá encontrar las fórmulas para estimular la productividad de las empresas y la capitalización de la economía (conocimiento, formación, infraestructuras e instituciones), si bien buena parte del protagonismo en las iniciativas necesarias corresponde a la iniciativa privada. El anterior diagnóstico arroja un jarro de agua fría, si se quiere, a la aparente facilidad para elegir entre productividad y empleo con vistas al aumento del nivel de vida real de la población. Hace falta un esfuerzo duradero para alterar apreciablemente la inercia de la combinación de estos dos elementos básicos de la renta per cápita.

José A. Herce es director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_