_
_
_
_
Reportaje:

Phelps comienza su gran desafío

El nadador estadounidense protagonizará desde mañana las pruebas de selección olímpicas

Santiago Segurola

Michael Phelps, el nadador más versátil de la historia, comienza mañana su fascinante desafío contra el mito de Mark Spitz. El escenario será una piscina artificial, construida sobre el aparcamiento de un hotel, frente al Queen Mary, atracado en el puerto de Long Beach (California). Si Phelps pretende conquistar en Atenas más de siete medallas de oro, empresa casi imposible, tendrá que empezar por demostrarlo en las pruebas de selección del equipo americano. Sólo habrá dos plazas por prueba, lo que significa un trabajo extenuante para el fenómeno de Baltimore. La densidad de la natación estadounidense es tan grande que, en algunas pruebas, Phelps tendrá más dificultades para ganarse un puesto en el equipo olímpico que para lograr una medalla en los Juegos.

Su versatilidad puede ser su tumba, al menos si mantiene su objetivo de desbancar a Spitz

Desde su impresionante actuación en los Mundiales de Barcelona, donde batió cinco récords del mundo, Phelps está llamado a protagonizar los Juegos de Atenas. Su obsesión, y la de su entorno, es igualar o superar las siete medallas de oro que se colgó Mark Spitz en los Juegos de Múnich, en 1972. El legendario Spitz ganó todas las pruebas en las que participó y en todas batió el récord del mundo. Como Spitz, el joven Phelps -acaba de cumplir 19 años- es originalmente un mariposista, pero su rango de especialidades es superior al de su mítico predecesor. Su polivalencia no admite comparación. Ni sus resultados. Phelps tiene el récord mundial de tres pruebas (200 mariposa, 200 y 400 metros estilos), la segunda mejor marca de todos los tiempos en 100 mariposa y 200 espalda, y el cuarto mejor tiempo en 200 metros libre. Su versatilidad puede convertirse en su tumba, al menos si mantiene su objetivo de desbancar a Spitz. En Long Beach disputará 17 carreras, y no pruebas cualquiera, sino combates contra varios de los mejores nadadores del mundo. El desgaste físico y mental será enorme en la piscina de Long Beach, que ofrece algunas condiciones similares a la de Atenas. No está cubierta y quedará expuesta al bochorno del verano.

Phelps se ha entrenado en Colorado durante las últimas semanas. Apenas ha concedido entrevistas, aunque se trata del hombre más solicitado por los medios de comunicación norteamericanos. Puede que la natación no sea el deporte más popular del mundo, pero la figura de Phelps ha adquirido especial relevancia en este año olímpico. Cada cuatro años, la natación tiene sus 15 minutos de fama. Hace cuatro años, el protagonista fue el australiano Ian Thorpe. Ahora le toca a Phelps, un muchacho de Baltimore que anunció desde muy niño su clase de gran campeón. Dirigido por Bob Bowman, un fanático de la natación, sus cualidades se advirtieron con toda rotundidad en Sydney 2000. Se ganó la plaza en el equipo olímpico con 14 años, disputó la final de 200 metros mariposa con 15 -fue quinto después de un formidable largo final- y batió el récord mundial de la prueba sin cumplir los 16. No era un mérito cualquiera: nadie ha batido tan joven un récord mundial en cualquier deporte con un cronómetro por medio. Desde su temprana explosión, Phelps ha disputado a Thorpe el cetro mundial de la natación. Su versatilidad le da ventaja sobre el genio australiano. En los Mundiales de Barcelona coincidieron en la prueba de 200 metros estilo, donde una gran carrera de Thorpe no resultó suficiente para amenazar al estadounidense.

En un mundillo que no se distingue por reportar grandes cantidades de dinero a sus mejores especialistas, Phelps representa un caso singular. Es millonario desde los 16 años. Firmó un sustancial contrato con la firma Speedo y renunció a sus becas universitarias. Era un profesional, circunstancia no admitida en el deporte universitario de Estados Unidos. Su extraordinario tirón comercial ha llevado a su firma patrocinador a ofrecerle un bono de un millón de dólares si iguala las medallas de oro de Spitz.

Phelps saluda al público tras ganar los 400 estilos en el Mundial de Barcelona de 2003.
Phelps saluda al público tras ganar los 400 estilos en el Mundial de Barcelona de 2003.VICENS GIMÉNEZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_