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La gran pensada

Ahora que la Eurocopa ha terminado llega la hora de reflexionar sobre lo visto, que no me ha enamorado pero que, sin embargo, tiene cosas interesantes que aportar al debate futbolístico. En primer lugar, no creo que salvo los griegos, nadie esté muy contento con el nivel del campeonato. Las grandes figuras han pasado con más pena que gloria, ninguno de los jugadores de Grecia llegó a la competición con un gran nombre y, ni siquiera después de ganar el título, podemos hablar de grandes jugadores en esa plantilla.

Lo expuesto nos lleva a pensar una vez más que, en el fútbol, prima más el juego colectivo que tener grandes figuras. Es más, si recordamos los equipos que jugaron la final de la última Champions o la victoria del Once Caldas en la Copa Libertadores, nos encontramos con equipos ganadores sin grandes figuras pero que funcionan como equipos equilibrados.

La segunda reflexión que me deja la Eurocopa es que el convencimiento que puede adquirir un equipo en sus propias fuerzas y la seguridad para llevarlo a cabo es vital para el éxito final. Hoy en día, existe una gran igualdad en la parte táctica, en la preparación física y el roce internacional hace que todos los equipos estén más o menos igualados en esas facetas. Por lo tanto la diferencia hay que buscarla en los grandes jugadores que desequilibren o en el mayor acoplamiento de los equipos. Por lo que parece, el convencimiento del grupo está superando a la aportación individual de grandes jugadores.

Si observamos la composición de Grecia, el Oporto y el Once Caldas, vemos que son bloques hechos, con jugadores que se conocen por un trabajo adecuado durante el año. Debe advertirse que las selecciones nacionales, por lo general, no hacen un trabajo profundo durante el año sino que se juntan para unos partidos determinados. No existe una cultura de trabajo de equipo para las selecciones, seguramente por lo cargado de los calendarios. Ante esta circunstancia, el equipo más compacto y convencido de la forma de jugar tiene más posibilidades de ganar que otros que cuentan con mayores individualidades pero más improvisados, más inseguros y, en definitiva, más vulnerables.

Finalmente, una última reflexión sobre España, que me parece que cometió dos errores. El primero esa falta de convencimiento en un estilo de juego definido en el que estuviera comprometida toda la plantilla. En España hay buenos jugadores pero eso sólo no basta para ganar una competición. Además, debe tenerse en cuenta que no todos los jugadores que brillan en la competición local después tendrán un gran rendimiento en un torneo corto de la máxima exigencia. Existen sobrados ejemplos de jugadores que eran venerados por la prensa y la afición y que quedaron relegados a planos secundarios en las competiciones internacionales y viceversa. Por poner unos pocos ejemplos, en Argentina 78 , Menotti prescindió de Maradona, Alonso y Bochini, y en su lugar jugó Larrosa, que nunca tuvo una gran trascendencia pública. En el 86, Bilardo armó un equipo con jugadores que no provenían de los grandes de Argentina, prescindiendo entre otros de Passarella y haciendo titular a Brown.

Un segundo error es llevar a jugadores que por diversos motivos no están en la mejor forma. Un campeonato corto es muy distinto a una Liga. Los partidos son a vida o muerte, sin margen de error y deben disputarse con los que están en mejores condiciones para cada partido en concreto. Recuerdo que en la final del Campeonato del Mundo Sub 20 de Malasia debíamos enfrentarnos en la final a Uruguay, y pensando exclusivamente para ese partido entendí que era mejor dejar en el banquillo a Pablo Aimar, que había sido titular en los seis partidos anteriores, e incluir a Diego Quintana en su lugar. Por suerte salió bien y ganamos 2 a 1 con gol de Quintana. Aún a a expensas de ser criticado -podía salir mal- cada partido debe plantearse con lo mejor que se tiene en ese momento, que no necesariamente es lo que dice la prensa o el público en general.

Para terminar, una simple opinión sobre la gran sentada

[la intención de Luis Aragonés de fijar el estilo de España con opiniones de distintos sectores] que me parece que debería ser la gran pensada. Con esto quiero decir que en España se debe plantear de una buena vez un proyecto deportivo, con una forma de jugar y llevarlo a cabo hasta las últimas consecuencias. Ese proyecto debe ser pensado por el cuerpo técnico y ejecutado por los jugadores. Es conveniente que se explique a la prensa y al público en general, pero no necesariamente debe ser compartido por todos o surgir de un consenso. En ningún país del mundo el estilo surgió como consecuencia de un consenso, sino a través de unas ideas futbolísticas que se trasladaron a lo que realmente importa: el terreno de juego.

José Pekerman es entrenador argentino.

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