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Reportaje:Eurocopa 2004 | República Checa-Grecia, segunda semifinal

El imperturbable Brückner

El vestuario checo reverencia a su seleccionador, sobre todo los jefes, Nedved y Poborsky

El rostro imperturbable del seleccionador checo, Karel Brückner, sólo se altera ligeramente cuando advierte que sería muy cruel que uno de sus tres jugadores amonestados -Nedved, Jankulovski y Ujfalusi- se perdiera la final en caso de ver hoy la tarjeta amarilla. "No me parece justo", advierte este técnico de 66 años que aparenta algunos más. Quizá por ser tan extremadamente serio y estricto. La risa no parece acompañarle nunca. Ni cuando le dicen que sus jugadores le consideran el mejor entrenador del mundo. Ni cuando le recuerdan sus grandes dotes de estratega del fútbol de ataque. Ambas cosas son dadas por ciertas en el vestuario checo, que respeta muchísimo a su entrenador, sobre todo los dos mandamases, Nedved y Poborky, por su habilidad para cambiar el curso de los partidos con los cambios sobre la marcha. Lo demostró en los tres primeros encuentros, ante Letonia, Holanda y Alemania, cuando empezó perdiendo y supo mover sus piezas hasta ganar. El viejo técnico, sin embargo, sabe que el acierto es la excepción: "Para un ser humano, lo más natural es cometer errores".

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La creatividad contra la rutina

Brückner ama escuchar la música clásica de Mozart y de la violinista Vanessa Mae en su casa de campo de Olomouc. Es su forma de relajarse y de preparar las tácticas de sus equipos. Nunca salió a entrenar de la antigua Checoslovaquia. Sólo dirigió a equipos checos o eslovacos, y fue el seleccionador sub 21 cuando su equipo perdió la final en Bratislava ante Italia en 2000. De ahí que conozca perfectamente a muchos de aquellos muchachos que hoy triunfan en el primer equipo: Baros, Jankulovski, Grygera... "No esperará que le diga cómo vamos a jugar", replica el inexpresivo Brückner poco antes de enfundarse un chándal rojo y salir a entrenar al estadio Dragão. Lo hace sin apenas moverse más allá de unos cortos paseos de pavo real. Ya no está para meterse en los rondos de sus chicos y, como mucho, coge el balón y le da una patadita hacia arriba como señal del comienzo del partidillo. Tal vez recordara su etapa de jugador: delantero centro del Olomouc, equipo en que empezó su carrera de técnico a los 34 años.

Karel Brücker, con una cuartilla para sus anotaciones.
Karel Brücker, con una cuartilla para sus anotaciones.ASSOCIATED PRESS

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