_
_
_
_

El director de Amnistía asegura que las torturas en Irak son la "punta del iceberg"

Ni cambios en las leyes internacionales, ni impunidad para los delitos cometidos en cualquier situación, ni reformas interesadas para rebajar los derechos humanos. Estas son las principales ideas en las que coincidieron los ponentes de la mesa redonda Los ejércitos ante el fenómeno de la tortura en el siglo XXI, celebrada ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En el acto, organizado por el Foro Milicia y Democracia, se hizo hincapié en la "terrible realidad" de los conflictos armados, en los que "a pesar de todo", deben primar los derechos humanos frente a la tortura, "una práctica que envilece a la humanidad, y especialmente a quienes la practican, la alientan y consienten".

Como telón de fondo de todas las intervenciones, se mantuvo la secuencia de torturas realizadas por soldados estadounidenses en Irak. Todos los ponentes coincidieron en su creencia de que los militares españoles tuvieron un comportamiento digno en el país árabe, pero el director general de Amnistía Internacional (AI) en España, Esteban Beltrán, les consideró responsables de no haberse preocupado del destino de sus detenidos.

Beltrán repasó las múltiples violaciones de los derechos básicos de las personas en el mundo "civilizado": "Y no estoy hablando sólo de conflictos armados, sino del trato a inmigrantes, a delincuentes, a detenidos...". Según los datos de su organización, en 2003 se produjeron torturas en 130 países. "Irak es la punta del iceberg", aseguró.

El general jurídico y magistrado del Tribunal Supremo Agustín Corrales remarcó que la legislación internacional no precisa un cambio, ya que, en su opinión, garantiza los derechos humanos y tiene suficiente capacidad para juzgar sus violaciones.

Joaquín Leguina, presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, criticó la actuación de EE UU: "Nos dijeron que iba a defender los derechos humanos y la libertad, y después los violó sistemáticamente". El coronel en la reserva Prudencio García indicó que en situaciones de guerra es fácil caer en la teoría de las manos sucias, "que sirve para cometer cualquier acto en aras de un hipotético bien para la comunidad".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_