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Entrevista:XAVIER MARCÉ | Director del ICIC

"Lo peor de la política cultural de CiU ha sido haber creado un modelo secesionista de España"

Lleva algo más de dos meses al frente del Instituto Catalán de Industrias Culturales (ICIC), el ámbito del departamento que dirige Caterina Mieras más estrechamente relacionado con el empresariado del sector. En este corto tiempo, Xavier Marcé (L'Hospitalet de Llobregat, 1957), con una acreditada trayectoria como gestor cultural en el campo público (el Instituto de Cultura de Barcelona, por ejemplo) y el privado (la productora teatral Focus), no sólo ha escuchado a sus interlocutores natos,los productores de obra cultural, y ha efectuado un diagnóstico del estado en que ha encontrado el ICIC, sino que ha empezado a actuar en consecuencia. La creación del consorcio Catalan Films & TV, la refundación del Festival de Cine de Sitges y la puesta en marcha de la construcción de la nueva Filmoteca son algunas de las iniciativas que ha emprendido por ahora.

"Las soluciones políticas que se dieron a Lauren han acabado matando el proyecto"
"El Festival de Cine de Sitges no funciona ni social, ni cultural ni sectorialmente"

Pregunta. El ICIC fue el proyecto estrella de la etapa de Jordi Vilajoana al frente de Cultura, ¿cree que es un organismo útil?

Respuesta. Sí, ya hemos dicho que seguramente ésta es la mejor herencia del Gobierno anterior con la que nos hemos encontrado. Primero, porque es un reconocimiento explícito de que el sector funciona también con un razonamiento productivo y económico, y luego porque permite tener una visión transversal de la cultura. Esto en cuanto al concepto; ahora bien, desde mi punto de vista, el ICIC es todavía una institución demasiado joven y excesivamente prisionera de dinámicas clientelares. Lo que hace falta ahora es transformarla para que su política sea más transparente, de libre acceso para el conjunto del sector.

P. ¿Cómo piensa lograrlo?

R. Hay que intentar generar complicidades, dialogar y publicitar mejor cuáles son nuestras capacidades: explicar a los empresarios que no sólo damos subvenciones sino que podemos ayudarles a mejorar sus proyectos y que lo verdaderamente importante es transmitir talento creativo al sistema productivo. Una de las cosas que más me sorprendió cuando entré aquí fue justamente el poco uso que en los años pasados las empresas habían hecho del ICIC. Por eso estamos conversando con todas ellas, y, aunque el Departamento de Cultura ha tenido unos inicios algo, digamos, liados, muy pronto se empezarán a notar nuestras políticas de manera muy efectiva. En algunos terrenos, como en el audiovisual, ya se están notando.

P. ¿Qué requisitos debe reunir una empresa cultural para acogerse a los beneficios del ICIC?

R. En estos momentos, el solo hecho de existir ya habilita a cualquier empresa a recibir las ayudas legales. Ahora bien, si lo que quiere es conseguir créditos retornables, debe impulsar proyectos serios, tener rigor empresarial y voluntad de no confundir préstamo con subvención. Uno de los errores de la política cultural del anterior Gobierno fue el sistema de acceso a los créditos del Instituto Catalán de Finanzas (ICF), en el que, en muchos casos, no quedaba claro si su finalidad era promover un proyecto o salvar a un empresario.

P. ¿Se refiere a los casos de Lauren o del Avui?

R. No me gustaría dar ejmplos, porque creo que los ejemplos nunca son completos o absolutos. Pero, bueno, de cualquier modo, lo que cierto es que las soluciones que se aplicaron en Lauren, desde mi punto de vista, no fueron las adecuadas para salvar el proyecto, y lo que han acabado haciendo, y a las pruebas me remito, es matarlo. Hasta el punto de que la empresa actualmente tiene muy difícil solución, tanto económica como cultural. Con el Avui ha sucedido lo mismo. Se puede ayudar a cualquier diario siempre que sea a cambio de un plan de viabilidad serio y se exija rigor administrativo.

P. ¿Cuál es su radiografía de los males del cine catalán?

R. En Cataluña se hace buen cine, y la prueba es que obtiene premios en festivales. Pero es verdad que no logra éxitos mediáticos. En mi opinión, los problemas son de dos tipos. El primero es que no hay ningún mecanismo que asegure la calidad de las producciones, pero el más importante tiene que ver con el modelo. El principal defecto de la política cultural de CiU es haber creado un cierto secesionismo cultural respecto a España que nos ha alejado del que es nuestro mercado natural y ha difundido una imagen equivocada. Los catalanes no tenemos una filosofía ni estética ni conceptual distinta a la de España; lo que tenemos es, eso sí, una lengua propia.

P. ¿Una lengua que hay que proteger?

R. Sí, claro. Es nuestro principal hecho diferencial en materia cultural, y hay que promoverla. Si alguien quiere hacer un filme o un disco en catalán debe poder contar con ayudas públicas complementarias, pero quienes quieran producir en cualquier otro idioma también tendrán nuestro apoyo.

P. ¿Cuál va a ser, a grandes trazos, la política del ICIC?

R. Es incuestionable que hoy por hoy el producto cultural catalán tiene dificultades en España, y ése es un problema político -que hay que arreglar-, contextual y cultural, pero sobre todo es un problema de mercado. Si usted se fija, las empresas más potentes del sector audiovisual catalán, por ejemplo, son las que no han hecho nunca bandera de su catalanidad, con independencia de que produzcan o no en lengua catalana. Para nosotros, la recuperación del mercado español es un objetivo básico.

P. ¿Qué opina de la atomización del empresariado audiovisual catalán, representado nada menos que por tres asociaciones?

R. En buena medida, la dispersión de los productores es consecuencia de los problemas del mercado. Este país tiene un exceso de asociaciones en casi todo, a mi juicio, porque el mercado no funciona con normalidad, y, aunque la división también obedece, en muchos casos, a cuestiones de tipo personal, es innegable que tenemos un importante déficit de cobertura del mercado con producción local, principalmente en el campo del cine y de la música. Confío en que no hagan falta 23 años para corregirlo, pero tampoco podemos solucionarlo en dos días.

P. ¿Qué cambios se preparan para el Festival de Sitges?

R. El de Sitges es un festival que no acaba de funcionar. Ni socialmente, ni culturalmente ni sectorialmente. No funciona socialmente, porque carece de eso que conocemos como glamour, algo fundamental en un festival de cine que busca difusión. Tampoco culturalmente, porque tendría que ofrecer calidad, programar cine apetecible para el público, y, sectorialmente, debería servir a la industria del país. Para lograr estos tres objetivos, no parece que la estructura actual sirva. No creemos que un patronato municipal pueda pilotar el festival. Por tanto, proponemos la creación de un organismo en el que se incorporen como socios, como patrones, un conjunto de agentes: asociaciones, empresas, instituciones, televisiones...

P. ¿Una sociedad anónima?

R. Habrá que verlo: una sociedad anónima o una fundación, que, después, si así se decide, pueda encargar la gestión logística al patronato municipal. Pero hay otros problemas. Ahora el festival funciona sobre la base de un supuesto carisma, pero lo cierto es que tiene muchas dificultades, una de las cuales es el calendario, que tiene que volver a ser el de antes, hacerse en octubre; cambiarlo a diciembre ha sido un error histórico.

P. En su día se justificó el cambio por razones económicas.

R. Sí, porque resulta que el hotel que acoge el festival es más caro en octubre que en diciembre, pero una Administración pública debe ser capaz de sobreponerse a asuntos de este tipo. No puede ser que un hotel tome decisiones sobre un festival de estas características.

P. ¿Los cambios se producirán de inmediato?

R. El festival de este año se hará con voluntad transitoria, a la espera de que el año próximo renazca con un proyecto sólido.

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