Un crecimiento en activo

El gigante euroasiático crecerá un 6,6% este año, según los pronósticos oficiales. Las causas serán el aumento de sus exportaciones de petróleo, una mayor recaudación fiscal y una inversión extranjera que puede cerrar el año en 8.000 millones de dólares. No obstante, su deuda externa aumenta y su excesiva dependencia de las materias primas comienza a preocupar.

El Gobierno prevé que la inversión extranjera alcance este año los 8.000 millones de dólares, el doble de lo recibido entre 2001 y 2002

Las cuentas públicas rusas han cerrado el primer trimestre con un superávit de 1,7% del PIB, equivalente a 2.000 millones de dólares

Los datos entregados por el Gobierno ruso esta semana revelan que la economía se ha expandido un 7,3% durante los primeros cinco meses del año. A pesar de ser inferior al 8% registrado hace un año, esta cifra confirma el 7,5% de crecimiento del primer trimestre y eleva las previsiones gubernamentales de expansión de la economía a un 6,6% este año.

El motor de este elevado PIB -que anota un incremento promedio del 6,5% en los últimos cuatro años- nuevamente es el petróleo y los elevados precios del crudo durante los últimos meses, periodo en que se han rozado los 40 dólares el barril. Los datos indican que la mitad del crecimiento se explica por el aumento de las exportaciones del hidrocarburo. Éstas alcanzan un valor de 100.000 millones de dólares anuales, un tercio de toda la producción interna bruta del país.

Cuentas ordenadas

A favor de Rusia, no sólo juegan los altos precios del petróleo -el valor de venta ha aumentado un 24,8%, mientras que las compras de petróleo de Rusia al exterior, sólo lo han hecho en un 22,6%-, sino que además se ha convertido en un proveedor alternativo a los países de la OPEP, que en los últimos meses han restringido su oferta.

Esta favorable coyuntura se ha visto alentada por un incremento de las ventas de comercio minorista y una reactivación del consumo doméstico. Los ingresos reales de los rusos han aumentado un 13%, si se comparan con el primer trimestre de 2003.

Ambos elementos, han permitido que la recaudación fiscal siga en alza y que el Estado haya cerrado este primer trimestre con un superávit de 1,7% del PIB, equivalente a 2.000 millones de dólares. El ingreso fiscal se elevó un 18,5% en comparación a la misma fecha del año pasado. Con esto, Rusia podrá cerrar su quinto año consecutivo con superávit presupuestario, un claro síntoma del orden de las finanzas que ha impuesto Vladímir Putin, desde su llegada al Gobierno hace cinco años.

Un tercer factor que hace confiar a los analistas en el sano crecimiento ruso es la progresión de la inversión extranjera. Según el primer ministro Mijaíl Fradkov, la inversión extranjera directa llegaría este año a los 8.000 millones de dólares, más del doble que los capitales llegados entre 2001 y 2002.

Monopolios naturales

El problema es que la mayoría de las inversiones se siguen concentrando en pocas manos y generando monopolios naturales en materias primas -como el gas y el petróleo-, sin dar lugar a una necesaria diversificación que sostenga el crecimiento de la economía en el futuro. El sector primario explica más del 40% del total de las inversiones que llegan a Rusia.

El otro elemento que afecta a la economía rusa es el incremento de la cotización del euro en relación al dólar durante el último año. Rusia recibe dólares por la venta de petróleo, pero debe pagar en euros sus productos importados y su deuda externa, gran parte de la cual corresponda a la Unión Europea.

Si se mantiene esta situación, los analistas rusos advierten de que el fisco deberá desembolsar hasta 1.000 millones de dólares extras para cumplir con su deuda externa. Esto desestabiliza la moneda local -el rublo- afectando al 20% de los comercios que utiliza euros en sus transacciones, según estiman los analistas.