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VISTO / OÍDO
Columna
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Reyes y príncipes

El Centro de Investigaciones Sociológicas lanza una encuesta sobre la monarquía, y el pueblo resulta tibio. Muy lejos de la guillotina. No se puede decir que sea un país monárquico, pero tampoco anti. Las mayor objeción no tiene sentido: dice que es "anticuado". No es palabra que acepte: nada que esté sucediendo es antiguo, sino que tiene su influencia ahora. Hasta la Iglesia. "Obsoleto" es palabra pedante, que sacó el PP-Opus en una de sus proyecciones características, de mecanismo de defensa: sabiéndose del pasado llamaron antiguos a los más actuales. Estos psicólogos que corren a las desgracias para ayudar a los supervivientes debían haber corrido a Génova 13, la noche electoral, para restaurar las mentalidades de los caídos. No lo hicieron, y así están ellos. La monarquía es un residuo de Franco y de los acobardados izquierdistas del comienzo de la transición (en la cual seguimos; felizmente), cuando vio con asombro lo que no podía creer: que el pueblo no se echó a la calle. El Rey se creyó listo, se zafó de Franco, y no pudo mantener los Principios Fundamentales que juró, ni al presidente siniestro Arias Navarro, ayudado por Fraga, que nombró y mantuvo hasta 1976 (le nombró marqués de Arias Navarro, pero a Suárez le hizo duque, a Leopoldo Calvo Sotelo creo que nada; a Felipe, nada, y dicen que Aznar será duque; sería de Génova 13). Pero hay peores residuos de Franco. Para mí el valor del Rey es que me puede librar de un presidente de la República espantoso. Pongamos Aznar. Pongamos Esperanza Aguirre. O del mismo Príncipe, por quien algunos apuestan para la III República. La monarquía es una perfecta antinomia, como sucede ya en otros países. Como en Inglaterra. Sin el hacha del verdugo en la Torre de Londres esa monarquía ya no es más que ridícula. La salva su vocación sexual, y ayudó Diana de Gales.

(Ah, el dudoso y misterioso CIS hace una pregunta: ¿Cree usted que la monarquía es de origen divino? Más normales, los encuestados responden que no en un 70%. Sobre todo, porque no creen en lo divino) (Los que son monárquicos son los diarios: en sus portadas de ayer, la gran foto del Príncipe y Letizia, porque ¡han vuelto! Y porque Felipe ¡tiene barba! Grandes, grandes noticias).

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