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Reportaje:Eurocopa 2004 | La felicidad portuguesa

La venganza de La Pantera Negra

El legendario delantero luso Eusebio se desquita de sus derrotas ante los ingleses en los sesenta

No hubo ningún luso más feliz que Eusebio Ferreira da Silva en la noche del jueves. Correteó como un niño nervioso y excitado sobre el césped del estadio Da Luz para fundirse en emocionados abrazos. Primero. con el seleccionador, Luiz Felipe Scolari, y después con el héroe final, Ricardo, el portero. Había estado tanto tiempo esperando... Nada menos que 38 años. Desde el 26 de julio de 1966, cuando, en las semifinales de la Copa del Mundo de Inglaterra, 94.493 espectadores acudieron a Wembley para ver si la anfitriona era capaz de parar al equipo más espectacular: Portugal. Llegaba el flamante Eusebio, el 10, con 23 años y la delantera maravillosa del Benfica que compartía con José Augusto, Coluna, Torres y Simoes. Bobby Charlton marcó dos veces (m. 30 y 64) antes de que Eusebio, de penalti (m. 82), se acercara a un empate que no llegó gracias a las paradas de Banks y al marcaje de Stiles, menos duro de lo suyo habitual, a La Pantera Negra. "Eusebio no tuvo suficiente estómago para Stiles", dijo el capitán inglés, Bobby Moore, que días después alzó el trofeo del campeón a costa de Alemania.

Es el embajador del torneo y ha recuperado su esplendor de otros tiempos
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Pero, al fin, Eusebio ha podido vengarse en su casa, en el estadio de su Benfica, de Stiles y todos aquellos fragorosos ingleses. Es más, intuyó que era su gran día y decidió disfrutarlo de cerca. Bajó al banquillo portugués en la segunda parte con una toalla blanca como amuleto: es emotivo y supersticioso. Vivió el lance con tal intensidad que se convirtió en un técnico improvisado. Y, concluida la prórroga, entendió en manos de quién estaba el desenlace. Habló con el guarda-redes, Ricardo. Le transmitió confianza y consejos. Le dijo que estaba convencido de que pararía un penalti. Y lo paró. En medio del monumental tumulto, con los gritos de Eusebio oyéndose como un eco, Ricardo desvió el lanzamiento de Vasel. No contento con eso, efectuó el último tiro. El definitivo. Y, a continuación, el portero del Sporting de Lisboa voló para dar las gracias a su mítico consejero. El hombre que supo que esa noche iba a ahuyentar una de sus peores pesadillas. Una derrota muy sentida. "Todavía no la he superado. Cada vez que me viene a la mente aquel partido me duele el corazón", declaró días atrás.

El corazón de Eusebio, de 61 años, se sintió liberado. Siempre mantuvo una especial rivalidad con Inglaterra, país que le admiró y respetó, pero le hizo pasar muy malos tragos. Dos años después de la semifinal londinense, volvió a enfrentarse en otra cita histórica a muchos de sus internacionales. Y volvió a perder. Era la final de la Copa de Europa, ante el Manchester United de Bobby Charlton y el norirlandés Best. Stiles, esta vez sí, le pegó tres patadas terribles.

Eusebio ha recuperado durante esta Eurocopa el esplendor de otros tiempos. Es el embajador del torneo. Está en una fase tranquila de su vida, superada una etapa marcada por los problemas económicos y el alcohol. Los reconocimientos le han llegado en cascada. El Benfica le ha levantado una estatua junto a su estadio y la compañía aérea ha puesto su nombre a un avión. Disfruta de su misión representativa tanto en el Benfica, al que ha estado ligado 44 años, como en la federación. Portugal le agradece sus 1.137 goles. Y cada noche, antes de acostarse, firma fotos suyas, pone la fecha y las reparte al día siguiente entre los aficionados: "Empecé con Eusebio 1961 y ya estoy por Eusebio 2004".

Llegó a Portugal el 17 de diciembre de 1960 procedente de una familia "muy humilde" de Mozambique, donde conserva sus raíces. Al poco de aterrizar, el Benfica ganó sin él, demasiado joven, su primera Copa de Europa, en 1961, ante el Barcelona (3-2). Su entrenador, el austriaco Bela Guttman, advirtió: "Este chico es oro". De manera que, al curso siguiente, volvió a conquistar el título, esta vez ante el Madrid (5-3) con dos tantos de Eusebio. Curiosamente, Guttman fue destituido y lanzó una maldición: "El Benfica no volverá a ganar". Y el club lisboeta perdió dos finales: una ante el Milan de Rivera y Trapattoni (1963) y la citada ante el Manchester (1968).

La actuación más impresionante de Eusebio fue en un "5-1al Madrid en 1965", recuerda. Ese año fue designado mejor jugador europeo. Ganó la Bota de Oro en 1962 y 1973, con 11 años de diferencia. Siempre compitió con su rival y amigo Di Stéfano, a quien considera "el más grande". ¿Su gol preferido? "Contra el Chaux-de-Fonds, en la Copa de Europa. Recibí un pase de Simoes, regateé a tres jugadores, levanté la pelota ante la salida de otro y la remaché a las redes antes de que cayera al suelo. Cuando me giré, oí al portero gritando: '¡Eusebio, Eusebio!'. Creí que quería pegarme, pero me felicitó".

Eusebio, con una toalla como talismán, llora de alegría tras consumarse la victoria de Portugal sobre Inglaterra.
Eusebio, con una toalla como talismán, llora de alegría tras consumarse la victoria de Portugal sobre Inglaterra.EFE

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