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COMUNICACIÓN

Los Romiti salen de Rizzoli sin llevarse ninguna cabecera

Enric González

En Rizzoli (RCS Mediagroup), el holding desde el que la burguesía milanesa dirige el vasto grupo editorial articulado en torno al Corriere della Sera, se desarrolla una revolución silenciosa. Cesare Romiti y su hijo, Maurizio, han perdido el control de RCS sin llevarse, como querían, un trozo del imperio, fueran los periódicos Corriere della Sera, Gazzetta dello Sport, el español El Mundo o alguna de las editoriales.

Los Romiti se van con mucho dinero, 277,2 millones de euros, pero aún no se sabe dónde invertirán. RCS está dirigido por un sindicato de accionistas ilustres, gracias a un pacto, renovable periódicamente, que expira el 30 de junio. Ya en mayo Cesare Romiti y su hijo, -hasta el martes consejero delegado y director general del holding-, sabedores de que tenían en contra a la mayoría del sanedrín, intentaron prepararse una salida más que honrosa: pidieron una parte del negocio, preferentemente la edición de libros, a cambio de su salida.

Se habló de que podían conformarse con el diario El Mundo, propiedad de RCS en un 95%. Los demás accionistas estaban insatisfechos con la gestión de los Romiti. La rentabilidad de RCS era inferior a la del otro gran grupo periodístico italiano, L'Espresso (La Repubblica, L'Espresso, Il Corriere dello Sport), y el Corriere della Sera había perdido su hegemonía entre los diarios nacionales. Seguía siendo el más vendido, con unos 450.000 ejemplares, pero por un estrecho margen sobre La Repubblica.

La marcha de los Romiti, que poseían un 9,2% del capital a través de su sociedad Gemina, estaba decidida. Sólo faltaba encontrar una fórmula para hacerla viable. Se habló de partición durante semanas, pero la mayoría de los miembros del sindicato no estaban dispuestos a conceder ese botín a los Romiti. El lunes se celebró una reunión que congregó al gotha milanés: Franzo Grande Stevens, en nombre de Fiat; Marco Tronchetti Provera (Pirelli), Gabrielle Galateri (Mediobanca), Giampiero Pesenti (Italmobiliare) y Umberto Quadrino (Edison), entre otros. De ahí salió el acuerdo.

Gemina y los Romiti cedieron casi la totalidad de sus acciones -que los demás socios recompraron con una prima del 33% sobre la cotización-, se embolsaron 277,2 millones y conservaron una presencia simbólica: Cesare Romiti ocupará la presidencia honoraria y mantendrá un 1% del capital.

El nuevo consejero delegado es Vittorio Colao, hasta ahora máximo dirigente de Vodafone en Europa meridional, Oriente Próximo y África. Simultáneamente, RCS puso en marcha una ampliación de capital que, en principio, debería dar más protagonismo a Mediobanca, reducir la posición de Fiat (los Agnelli crearon la actual RCS, y se la regalaron a su antiguo empleado Romiti) y quizá permitir la entrada de algún nuevo socio, como el constructor siciliano-milanés Salvatore Ligresti.

El hipotético papel de Ligresti es objeto de grandes debates. Fue condenado durante los procesos de Manos Limpias, fue investigado por presuntas conexiones con la mafia (que no pudieron probarse) y se le considera un hombre de Silvio Berlusconi. El presidente del Gobierno acusa al Corriere della Sera de ser demasiado crítico con su gestión política e intenta domesticarlo. Ligresti podría ser, en caso de que accediera al sanedrín, un instrumento para ese objetivo.

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