Peligros del fútbol
Cuando veo a alguien muy excitado besando la camiseta de su selección nacional de fútbol, no puedo evitar que se me hiele la sangre, pues me lo imagino, seguramente injustamente, como un descerebrado fanático ultranacionalista. Y me planteo lo que cambiaría el mundo si ese desgaste de energía se encarrilara para conseguir una mayor solidaridad, justicia social y reparto justo de la riqueza. Pero también que inquietan los comentarios bélico-deportivos de algunos periodistas, que en ocasiones se convierten en catalizadores de estos actos populistas de desasosegante extravagancia nacional-deportiva.
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