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Tribuna:OPINIÓN | Apuntes
Tribuna
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Un futuro de luces y sombras

Dentro de pocos años la universidad española comenzará un drástico cambio hacia la modernización de sus enseñanzas, que provocará, sin duda ninguna, una modernización y adaptación, a los nuevos tiempos, de los métodos de enseñanza y contenidos de las titulaciones. Este proceso conllevará, entre otros, cambios en la evaluación del esfuerzo del aprendizaje de los estudiantes universitarios. Es un panorama que muestra, todavía hoy, un entramado de luces y sombras. La actual universidad fue creada con la intención de ser una universidad de masas, a los datos me remito, grandes pasillos, cafeterías en las que en el horizonte siguen habiendo mesas y más mesas y espacios abiertos que parecen mas bien ciudades ¿De qué servirá toda esta infraestructura?¿Qué función tendrá todos esos espacios en una universidad que pasará a ser de atención personalizada? La verdad es que es una incógnita. ¿Será necesario realizar cambios en las infraestructuras para adaptarlas a las nuevas enseñanzas? Todo ello son sombras donde no existen respuestas, ya que el nuevo sistema de educación universitaria prima, de manera sustancial, el esfuerzo de aprendizaje del estudiante, conviertiéndose, pues, en un sistema de evaluación continuada, con tutorización personalizada de actividades y prácticas, así como la desaparición paulatina de las clases magistrales, que estarán en peligro de extinción irreversible. Aunque este sistema supone un esfuerzo extra para el estudiante, provoca otros beneficios difícilmente descartables, como es la movilidad de los estudiantes por numerosos países y ciudades dentro y fuera de nuestras "fronteras" o la compatibilización de los diferentes sistemas educativos de los países miembros, garantizando la igualdad de oportunidades para todos los estudiantes, en un mundo donde la competitividad educativa crece a ritmos exponenciales

Aún con todos los perjuicios que este nuevo sistema pueda ocasionar los estudiantes terminarán adaptándose a las nuevas directrices en un plazo máximo de 5 años, pero ¿y el profesorado? ¿Estarán realmente preparados? La respuesta es negativa. Todavía hoy existen residuos históricos que consideran a los estudiantes como meros objetos al servicio de la alabanza al profesorado, que vomita, sin cambiar una frase, lo mismo durante los últimos 20 años de docencia, así como quienes consideran las tutorías como horas libres al servicio de su beneficio personal o quienes creen que el objetivo fundamental es enseñar a aprobar y no enseñar a aprender, y es que claro se ha tendido siempre a una estructura docente sumamente jerarquizada.

Esto tiene los días contados, aunque si bien es cierto, durante los últimos años los docentes han cambiado su forma de explicar, complementar o resolver problemas, acercándose más al estudiante y por tanto, creando un feedback que, en último término, beneficia y motiva al estudiante, aún así todavía es insuficiente ante los cambios que se avecinan.

En consecuencia, será necesario un profundo y prudente cambio organizativo del personal docente universitario, creando una estructura descentralizada, no jerarquizada, donde la adaptación mutua, entre profesores y estudiantes, garantice una enseñanza de calidad, digna y en igualdad de condiciones para todos y todas, y en definitiva provocar el éxito del proyecto. Esto, actualmente no garantiza el éxito del proyecto ya que con la imposición de la Ley Orgánica de Universidades, existe un excesivo desarrollo reglamentista, con la incorporación de órganos que pretenden controlar aún más la vida académica de las propias universidades, limitándose en exceso, a mi entender, la autonomía universitaria, habiendo y promoviendo más jerarquía, más poder para unos pocos y más dificultad a la movilidad de los estudiantes, apostando por una universidad al servicio de los docentes y no, como debería ser, al servicio de la ciudadanía. A muchos representantes de estudiantes nos surgen muchas dudas y más cuando el propio consejo de coordinación universitaria del anterior ejecutivo no ha conseguido homogeneizar los planes de estudio a nivel nacional, ni siquiera regional, es inconcebible que traslades tu expediente de universidad y te pongan mil pegas a la convalidación o adaptación de las asignaturas superadas con éxito, entonces, ¿cómo pretendemos homogeneizarlos en Europa?, y es que claro, aquí entran intereses de toda índole, intereses de poder, económicos... por parte de las propias universidades. Sería muy deseable dar un voto de confianza al buen hacer de tantos y tantos universitarios que están ilusionados por lograr una institución universitaria de calidad, más libre, más flexible, más justa y más comprometida con la sociedad. Yo, personalmente, se lo doy, esperando que las sombras no se impongan a las luces, si ello sirve para modernizar nuestro sistema educativo al siglo XXI y que aumente la competitividad del capital humano, es decir, de nuestros titulados, que beneficiará en último término a nuestra sociedad, precisamente la encargada de separar el grano de la paja.

Carlos Fernández Bielsa es Portavoz del Consejo de Estudiantes de la Universidad Jaume I.

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