La izquierda, en la encrucijada
Los partidos de la oposición, ante el reto de desbancar al PP de la Generalitat en las elecciones de 2007
Los resultados de las últimas convocatorias electorales han puesto de manifiesto la incapacidad de la izquierda valenciana para hacer frente a la derecha instalada en el poder en la Generalitat y en los principales ayuntamientos. Fraccionada, enfrentada, la izquierda valenciana ha sufrido en los últimos años una derrota tras otra a manos del PP, que ocupa todo el espectro de la derecha, sobre todo tras engullir a Unión Valenciana. Partidos fuertes no hace mucho viven ahora en circunstancias dramáticas que incluso pueden acabar en su desaparición. Todo ello ha colocado a la izquierda valenciana en una encrucijada.
¿Qué le pasa? ¿Qué hacer para recuperar el espacio perdido? EL PAÍS ha preguntado a diversas personalidades de la izquierda valenciana, tanto dirigentes de partidos como personas no adscritas a ninguna formación en concreto. Las respuestas, más o menos optimistas o escépticas, cada una con sus matices, se pueden resumir así: frente a una derecha asentada que domina el panorama político valenciano, hay una izquierda plural dividida que ha perdido la capacidad de llegar al electorado y de ilusionar con propuestas más que a través de programas. Y sólo mediante un proceso de reflexión y encuentro, de suma y no de resta, se puede construir una izquierda que los ciudadanos perciban como una alternativa sólida y cohesionada capaz de desbancar al PP.
La mayoría considera necesario que la izquierda "reflexione" de cara al futuro
El secretario de Relaciones Institucionales del PSPV-PSOE, Joaquim Puig, es el más optimista. "Nosotros estamos ahora en porcentajes de voto similares a los que teníamos cuando gobernábamos en la Generalitat; el problema es la fragmentación de la izquierda", dice Puig, que el miércoles presentó una "hoja de ruta" para lograr una "victoria progresista" en 2007. Y eso pasa por "ampliar la base de la participación política de los ciudadanos" y por crear "espacios de debate y encuentro para poder sumar". Una suma que implica la aproximación a otros partidos, "siempre desde el máximo respeto y la máxima consideración", aunque la "gran llamada" del PSPV es "a la ciudadanía, a las organizaciones progresistas en el ámbito social y a todos aquellos quieren que en el 2007 haya un cambio".
Más pesimista es el sociólogo Josep Vicent Marqués. Lo deja claro con su primera afirmación: "Sigo pensando que en la perspectiva de una izquierda moderada el País Valenciano no tiene solución". Marqués considera, no obstante, que "habría que reunirse" y que "no vale echarle la culpa a los demás". Cree, además, que la izquierda "derrocha capital humano" y que "debería apostar por la multiculturalidad" y critica la "fijación por una burguesía nacionalista que no existe".
El escritor Ferran Torrent, que ha novelado la política valenciana, cree necesario que los partidos de la izquierda se reúnan. "No se puede consentir una nueva mayoría absoluta del PP, y si el PSPV no es capaz de hacerlo solo, deberá reflexionar sobre cómo desalojar al PP y ser generoso con EU y el Bloc". Está convencido de que la solución pasa por "motivar" al electorado de izquierda con un programa de mínimos y con objetivos concretos. "¿Que cómo se hace? Yo escribo las novelas, ellos que hagan la política".
Otro hombre de letras, Joan Francesc Mira, reciente ganador del Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, parte de la base de que el PP "ha conseguido una aquiescencia social muy extensa" y que hay mucha gente que "está a gusto" con la situación, pero porque "percibe más la espectacularidad que la realidad de fondo". Además, señala que la base social de la derecha es "más activa", mientras que la de la izquierda "se esconde más". Por otra parte, apunta a la ausencia de líderes. En esas condiciones, considera Mira, es complicado el discurso de la izquierda, que ha sido "incapaz" de actuar y opinar "con contundencia" frente a las políticas del PP. Con un PSPV "contento de sí mismo" porque sabe que tiene un techo y un suelo, y con los problemas "dramáticos" de partidos como EU y el Bloc, Mira dice: "Hace falta un proceso de reflexión".
La coordinadora de EU, Glòria Marcos, advierte de la "tendencia terrible hacia el bipartidismo" que hace muy difícil "reconstruir el espacio a la izquierda del PSPV". Para construir ese espacio considera necesario "dejar de lado personalismos". La fragmentación "conduce al desierto", añade Marcos, que insiste: "Cuando un barco se rompe no quedan barcos pequeños, sino un naufragio". La dirigente de EU ve necesario "sumar sin dejar a nadie en el camino". Pasqual Mollà, responsable Esquerra i País, la corriente nacionalista de EU, también cree que el PP "ha enraizado mucho" y ve difícil hacerle "fisuras". El PP "marca la agenda" y la izquierda "ha hecho poco más que discutir internamente y denunciar cosas evidentes". Mollà apuesta por promover "una entesa con minúsculas", que pasa por que el PSPV "haga sus deberes" y por que las formaciones que se sitúan a su izquierda planteen una alternativa "con voluntad de sumar y de poder coincidir con el PSPV para desalojar al PP".
Como EU, el Bloc Nacionalista Valencià se encuentra en una difícil situación. Pere Mayor, dirigente histórico del nacionalismo valenciano, también hace referencia al bipartidismo, "que debilita el sistema democrático". Considera que las fuerzas de la izquierda "han sido incapaces de articular políticas para hacer frente al PP" y cree que deberían "pensar si están ofreciendo a la gente lo que la gente quiere y necesita". El secretario general del Bloc, Enric Morera, ya ha propuesto abrir un proceso de "reflexión conjunta" con toda la "izquierda plural".
Toni Cucarella, de Esquerra Republicana del País Valencià, no tiene prisa. Quedan tres años, tiempo suficiente para "proponer algo sólido" que permita hacer frente al "enemigo común". Para ello considera necesario "limar las relaciones" entre las formaciones que están a la izquierda del PSPV. Pero advierte de que hay que "empezar de nuevo" y no desde plataformas ya existentes.
Ramon Lapiedra, ex rector de la Universitat de València, es otro de los optimistas: "Siempre es posible remontar si las cosas se hacen bien". Propone acuerdos que eviten que muchos votos de la izquierda vayan "a la basura". Pero apunta a una cuestión de fondo: "Un partido no es una ONG, sino una asociación con voluntad de gobernar, y tiene que estructurar las cosas de forma que tenga posibilidades de hacerlo". El también ex rector Pedro Ruiz incide en ello: en los partidos hay mecanismos "que no favorecen a los que mejor lo hacen ni a los que tienen mejores ideas". Además, hay "un déficit de opinión pública, entre lo que hacen los políticos y lo que le llega a la gente hay un abismo". Y añade: "La transformación debe empezar por los propios políticos y los partidos".
El tripartito catalán: ¿espejo o espejismo?
Un sector de la izquierda valenciana se mira en el espejo del tripartito catalán. Un acuerdo entre las formaciones mayoritarias de la izquierda que ha sumado los votos necesarios para gobernar en la Generalitat y que, sin embargo, no ha significado pérdida alguna para ninguno de los tres partidos, que después de las elecciones autonómicas de Cataluña, el pasado otoño, incluso han visto incrementados sus apoyos en las generales de marzo y en las europeas del pasado domingo. Muchos aspiran a lograr en el ámbito valenciano un acuerdo como el del tripartito catalán, con el objetivo de desbancar al PP de la Generalitat. Sin embargo, las circunstancias no son las mismas y el ejemplo del tripartito catalán no es directamente aplicable. Para empezar, mientras en el País Valenciano el PP ocupa todo el espectro conservador, en Cataluña la derecha está fragmentada. Además, junto a un PSC que domina en el panorama de la izquierda, hay otros dos partidos, Iniciativa per Catalunya y los nacionalistas de ERC, que ocupan espacios significativos. Aquí, el PSPV se mueve en porcentajes parecidos a los del PSC, pero los nacionalistas son residuales y además están divididos, mientras que EU no ha conseguido ni de lejos lo que sus correligionarios catalanes. El tripartito, aquí, es un espejismo.
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