Tristeza y bronca en Vallecas
Agresiones entre aficionados y jugadores tras el descenso del Rayo
El defensa del Rayo Vallecano Pulido llevaba veinte minutos llorando apoyado en una pared del vestuario. En la calle, cerca de 50 aficionados radicales esperaban a los jugadores coreando "que salgan los cobardes". Justo en ese momento, Pablo Sanz, capitán del equipo, se decidió a salir a la avenida del Payaso Fofó, la arteria que da a la puerta principal del estadio. Un joven sorteó a los policías que protegían las puertas y después de dedicarle una retahíla de insultos se enzarzó a puñetazo limpio con Sanz hasta que los periodistas presentes detuvieron con dificultad la pelea.
Esta es la lamentable imagen que resume lo vivido ayer en Vallecas tras una derrota frente al Las Palmas que certificó el segundo descenso consecutivo de una entidad en peligro de desaparecer. En los prolegómenos del encuentro, Javier Ruiz Mateos, hijo del propietario del club, se afanaba en reiterar a los medios de comunicación que su familia no va a abandonar el barco, mientras repartía unos folios que aseguraban que los Ruiz Mateos han invertido "5.000 millones de pesetas a fondo perdido" desde 1991, cuando se hicieron cargo de la entidad.
Pero los aficionados temen que el Rayo repita las experiencias vividas por el Oviedo o el Burgos, que pasaron casi sin interrupción de Primera a Segunda B y después a la refundación. De hecho, los mismos hinchas que luego insultaban a la plantilla extendieron al inicio del partido una pancarta con la leyenda "Eres el orgullo de un barrio obrero y Vallecas nunca te dirá adiós".
Sin embargo, al cumplirse la hora de encuentro, estos aficionados abandonaron el estadio cantando "adiós peseteros, adiós" y se apostaron a la espera de los jugadores para increparles e intentar agredirles.
Cembranos, una de las estrellas del equipo que jugó la Copa de la UEFA hace tres temporadas, tuvo que saltarse un semáforo para evitar que los radicales siguiesen pateando su coche. Azkoitia imitó la maniobra después de ver como saltaba por los aires el espejo retrovisor, y a Sanz le alcanzaron antes de llegar al coche.
En medio de los incidentes, el silencio de los responsables de la entidad, incluida la presidenta, Teresa Rivero, quien ya dimitió durante mes y medio esta temporada ante las amenazas e insultos de la peña radical. Doña Teresa expresó entonces las intenciones de la familia Ruiz Mateos: "No nos queda otra que quedarnos. Hay que estar a las duras y a las maduras. Nadie quiere quedarse con el Rayo, pero si llega un comprador nos vamos".
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