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Reportaje:Eurocopa 2004 | Las zozobras de los 'azzurri'

La soledad del viejo Trap

Los resultados ya no acompañan al técnico, que se distinguió por un modelo conservador y ahora se halla en una posición de debilidad

Santiago Segurola

Giovanni Trapattoni, el hombre que representa un modelo muy italiano de entender el fútbol, reflejaba ayer la perplejidad en su cansado rostro. Parecía confuso por una paradoja que no acertaba a descifrar. Pocas veces Italia había jugado mejor, con generosidad y máximo protagonismo de los jugadores creativos. En la alineación estaban tres delanteros -Vieri, Del Piero y Cassano-, un medio centro exquisito -Pirlo- y dos laterales que se desplegaron incansables como extremos: Panucci y un formidable Zambrotta. Nunca Trapattoni había sido menos Trapattoni, jamás se había alejado tanto de su ideario. Casi movía a la solidaridad un día más tarde. Se le veía solo frente a los periodistas que le ametrallaban. Le pedían respuestas a los cambios del segundo tiempo. Fiore por Cassano y Camoranesi por Del Piero. Dos centrocampistas por dos delanteros. Decisión estrictamente trapattoniana que mereció críticas sangrantes: Suecia empató y colocó a Italia en una situación muy complicada.

Escuchó con gesto tenso, pero con respeto y elegancia, toda clase de reproches
Tratando de explicar sus cambios ante Suecia, se dio cuenta de que se defendía de ser Trapattoni
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El viejo Trap escuchó con gesto tenso, pero con respeto y elegancia, toda clase de reproches. Comenzó su intervención con un elogio de su equipo: "Jugamos un gran partido y fuimos muy superiores". Desde las filas de la prensa, un veterano periodista le reprochó el comentario. Vino a decir que Trapattoni no es la clase de entrenador que aprecia el juego y la justicia como valor fundamental de los partidos: "¡Mantenga eso cuando otros juegan bien y no ganan!". El seleccionador italiano se agitó congestionado ante el comentario, pero recobró enseguida la serenidad. Sabía que le esperaba un fusilamiento.

A Trapattoni se le ha celebrado en Italia porque pertenecía a la raza de los entrenadores vincentes (ganadores). Su trayectoria, fundamentalmente en la Juventus, está llena de éxitos, obtenidos con un modelo conservador que se asocia con una manera italiana de entender el fútbol. En este universo, un hombre como Arrigo Sacchi no era querido. No era verdaderamente italiano. Ahora se ha despertado el interés por el inesperado Carlo Ancelotti, cuyo Milan es casi contracultural. Se le observa con distancia, sin el entusiasmo que despertó Johan Cruyff en el Barcelona. A Trapattoni se le amaba porque no era un intelectual y representaba al italiano de la calle: un tipo simpático, con don de gentes y una viveza evidente. Con la etiqueta de ganador ha hecho carrera. Hace algunas temporadas, cuando entrenaba al Fiorentina, dirigió un partido siberiano sin otra defensa que un impecable y ligero traje. A su alrededor, aficionados y jugadores se preservaban del frío con abrigos, bufandas, gorros y guantes. Una cámara de televisión se ocupaba de recoger todos los detalles que reflejaban aquella noche gélida de Florencia. Hasta que la cámara apuntó a Trapattoni, impasible y saludable, un metro fuera del banquillo, desafiando a los elementos con su escaso traje. A la imagen siguió el comentario del periodista que narraba el partido: "¡Éste es un técnico ganador!". Un día después, un jugador del Fiorentina deslizó una pequeña maldad. "¿Ganador? No. Un demagogo. Llevaba un pijama térmico debajo del traje".

Ahora Trapattoni tiene 64 años y todo el mundo sabe que la Eurocopa es su último torneo como seleccionador. Se encuentra en una posición de debilidad. Además, los resultados no le acompañan. Los italianos se temen que la selección caerá eliminada. Trapattoni está solo. Se vio un día después del empate con Suecia. Dedicó toda la mañana a la defensa de sus decisiones. Apeló a toda clase de argumentos tácticos para sostener la necesidad de los cambios, especialmente el de Cassano por Fiore. "Ellos eran superiores entonces y entraban cada vez más por los costados", declaró. ¿Por qué Cassano y no Del Piero? Ésa fue la siguiente pregunta, la evidencia de la caída de Del Piero como referente del equipo. "Jugó un buen primer tiempo y creí que merecía mi confianza después de todas las críticas que ha recibido", añadió. Trapattoni comenzó a darse cuenta de que se defendía de ser Trapattoni, de hacer los cambios que le han caracterizado. Parecía perplejo. Nadie le recordó que era un allenatore vincente.

Giovanni Trapattoni rectifica las posiciones de sus jugadores.
Giovanni Trapattoni rectifica las posiciones de sus jugadores.ASSOCIATED PRESS

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