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Reportaje:Eurocopa 2004 | España, en situación crítica

El 'Ministro' de Portugal

Costinha, el representante de Scolari en el campo, se erige como nuevo líder de los anfitriones

Diego Torres

El día que Francisco da Costa llegó al aeropuerto de Niza, cuando terminaba el verano de 1997, había un empleado del Mónaco esperando a un jugador de fútbol. El empleado no vio a nadie parecido a un futbolista bajarse de aquél avión procedente de Lisboa. Y Francisco da Costa, que había llegado para firmar por el Mónaco, se quedó en el aeropuerto sin que nadie lo recogiese. Iba vestido con un traje italiano y llevaba un maletín de cuero. Parecía un funcionario. Hablaba inglés, francés, español, y portugués y se movía como si estuviese a punto de concertar una cita con los empresarios del acero. Cuando Francisco da Costa dejó el Mónaco para fichar por el Oporto, en 2001, en el Principado se le conocía por el apodo que le había puesto el príncipe Alberto: Ministro. Hoy, Da Costa, además de Ministro, es conocido en todo el mundo por Costinha. Es el líder del último campeón de Europa y es el hombre con el que Raúl tendrá que negociar en el Estadio de la Luz, el próximo domingo, en uno de esos partidos trágicos que vienen precedidos por prejuicios, miedos, angustias y complejos históricos. Uno de esas situaciones que a Costinha lo dejan más ancho que un ocho. Como dijo ayer: "Yo no conozco a esos fantasmas".

Habla inglés, francés, español y portugués, viste trajes italianos y usa maletines de cuero
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La concentración portuguesa es uno de esos sitios especialmente elegidos para que nadie los encuentre. Se llama Alcochete, pero en Alcochete no hay nada. Hay que alejarse 11 kilómetros de este pueblo con plaza de toros roja, molinos de viento y una iglesia medieval, para encontrar el lugar. Un tupido alcornocal a orillas del Tajo lo rodea completamente, como una cortina de corcho. Y ahí, en un hotelito rodeado de policías y campos de fútbol, está la selección de Portugal rumiando su agitada Eurocopa.

En Alcochete están todas las estrellas de Portugal. Está Figo, omnipresente en todos los carteles publicitarios; está el crepuscular Rui Costa; el pequeño Deco; y el duro Couto. Cada uno en su mundo. Y luego está Costinha, que no toca el balón con magia pero conoce el negocio con la precisión de los medios centro de alma. El hombre lo mira todo con perspectiva, lo analiza, lo mide, manda, habla, grita y se coloca siempre en el metro cuadrado exacto. Es frío y meticuloso en el marcaje, sea de Mauro Silva, Morientes o Valerón, como se ha visto. Nadie que pase por su huerto se va con la cabellera donde la trajo. Recuerda a Makelele por su capacidad para recuperar y tocar rápido, por el color de su piel, y por la delgadez de sus miembros. No tiene la potencia ni el despliegue del francés pero es más intuitivo y si pisa el área suele ser decisivo: ahí está su gol al Manchester en el último minuto, un cabezazo que clasificó al Oporto para cuartos en la última Liga de Campeones.

Este lisboeta de 29 años, hijo de padre angoleño, conductor de taxi, y madre portuguesa, se ha convertido en el nuevo líder de Portugal. Los grandes torneos, como las situaciones límites, descubren lo mejor y lo peor de los hombres. Revelan a los héroes. Costinha tiene madera de comandante y el seleccionador, Scolari, se ha apresurado a encomendarle la misión de dirigir al equipo. A diferencia de Figo, Couto y Rui Costa, últimos componentes de la vieja generación, Costinha tiene una relación estrecha con Scolari. El técnico se ha percatado de que su salvación pasa por él más que por las estrellas. Y Costinha representa al Oporto y congrega a un grupo cada vez más poderoso dentro de la selección: el pasional Maniche, hombre atribulado donde los haya, el brillante Deco, el prolijo Carvalho, el codiciado Ferreira... El grupo de futbolistas que hizo del Oporto un modelo de oficio y competitividad. Un campeón.

Cuando ayer habló Costinha, grave y sereno, con esa voz aterciopelada a lo Frank Sinatra, a su alrededor se hizo silencio: "Tenemos que tener visión, tener personalidad, sentir la camiseta que llevamos puesta, y atender a las indicaciones del técnico para mantener la estructura y elevar la moral. Tenemos que mostrar que tenemos valor para seguir en esta competición. España es un equipo fortísimo pero Portugal también lo es. Va a ser un partido difícil, muy igualado, muy cortado, y pienso que la ambición de cada jugador y cada entrenador será fundamental para ganarlo. Si no jugamos con personalidad vamos a pasar dificultades. Si marcamos en el primer minuto, óptimo, si marcamos en el minuto noventa y ganamos, óptimo también".

"Va a ser complicado quitarles la pelota. Ellos juegan muy bien por las bandas y vamos a tener que hacer otro tipo de trabajo para contrarrestarlos. Será un partido que se decidirá en detalles, en los duelos individuales. Y el equipo que gane el medio campo tendrá el control del partido", sentenció.

Hasta que emigró al Mónaco, procedente del Nacional, de Segunda B, Costinha no jugó en Primera. Se sabe que antes lo intentó en el Valencia y que desestimó la oferta que entonces le hizo el club, de curtirse en el Villarreal. Y se sabe que luego viajó a Niza con sus discos en el maletín, su rap y sus condiciones de gestor ejecutivo. Y que hoy Mourinho se lo quiere llevar al Chelsea, y Camacho le quiere poner en el medio campo del Madrid. Y que antes tiene una cita con Raúl y con España.

Costinha dialoga con el seleccionador, Scolari.
Costinha dialoga con el seleccionador, Scolari.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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