Un campeón indefenso

Como ya le ocurriera frente a Inglaterra, la selección francesa, vigente campeona del gran torneo europeo, padece actualmente graves problemas defensivos, una línea demasiado veterana. Frente a Croacia, Silvestre, el débil central zurdo del Manchester United, volvió a exhibir graves desajustes, algo nada sorprendente a tenor de su mala temporada con el equipo de Old Trafford. En uno de esos descontroles llegó el penalti croata, por un enredo del propio Silvestre, que arrolló de mala manera a Rosso. Al francés le corresponde el dudoso honor de haber cometido dos penaltis en los dos partidos que ha jugado. En el primero, ante Inglaterra, él fue el autor de la falta sobre Rooney, aunque después Barthez rechazaría el disparo de Beckham.

A los problemas de Silvestre, Francia añadió los de Desailly, el veterano capitán, que sufrió de lo lindo ante Prso, el goleador del Mónaco, y el ex sevillista Mornar, a quien Jacques Santini, el seleccionador francés, calificó como "el mejor jugador del partido".

El primer tanto croata fue fruto de un calamitoso despeje al aire de Desailly, que se tragó un sencillo punterazo. En la recta final del encuentro, otro fallo del central del Chelsea estuvo a punto de conceder la victoria a Coracia. Mornar, un ariete grandote que apenas dejó huella en el Sánchez Pizjuán, le dejó en evidencia. Mornar, con una estupenda maniobra, se giró sobre sí mismo mientras se colocaba la pelota con el tacón para medirse a Barthez. Una maniobra muy estética, pero propiciada por el atolondramiento de Desailly, que llegó tarde a por su presa y, encima, midió mal el marcaje.

A partir de su debilidad defensiva -en la última década una de las señas de distinción de la brillante generación francesa alumbrada para el Mundial de 1998-, el equipo de Santini se sintió partido por el eje. Y ello resulta más que sorprendente si se tiene presente que Francia llegó al torneo acunada en una racha de imbatibilidd que duraba 1.078 minutos y que el inglés Lampard rompió en la primera jornada.

Sorprendió Santini cuando manifestó tras el choque que el punto conseguido "no cambia nada", como si haber evitado la derrota, que estuvo a punto de producirse, careciera de importancia. "Seguimos estando obligados a lograr un resultado muy bueno contra Suiza. Hemos visto que en el fútbol las cosas pueden cambiar rápidamente. Contra Inglaterra marcamos dos goles muy rápidos, pero hoy han sido los croatas los que nos los han hecho a nosotros".

Consciente del mal partido de su equipo, el seleccionador francés apuntó: "No podemos repetir estos momentos de debilidad si queremos llegar lejos". Otros vieron el partido de otra manera. Trezeguet, por ejemplo, el autor del polémico gol que significó el empate definitivo, se atrevió a asegurar que Francia había realizado "un buen partido, en general". "Estamos contentos con nuestro trabajo", continuó, "aunque esperábamos la victoria. La mano, en el segundo gol, no es voluntaria, aunque entiendo que los croatas se vayan un poco decepcionados", indicó.

No es la palabra "decepción" la que mejor define el estado de ánimo de la expedición croata, que rozaba la indignación. Sus quejas tenían un único destinatario: el árbitro, el danés Kim Milton Nielsen. "Creo que los árbitros están protegiendo a los equipos más fuertes" indicó el entrenador Otto Baric, que no consideró válido el gol de Trezeguet. Como él pensaba Prso: "No considero que el árbitro fuese muy justo con nosotros ni en el segundo gol francés ni en la mitad de las tarjetas amarillas que nos mostraron", se lamentó.