Francia asume riesgos de lujo
Croacia, que a punto estuvo de ganar, sorprende a un vigente campeón muy inconsistente
Desde la Copa del Mundo de Corea y Japón, cuando comenzó a competir sin Deschamps ni Blanc, Francia ha oscilado entre lo faustuoso y lo desastroso. Ayer en Leiria se dieron los dos costados del equipo. Ahora deberán jugarse la clasificación en un partido aparentemente sencillo contra Suiza. Tan aparentemente sencillo como el partido que empató ayer contra Croacia.
Los dos goles que le hizo a Inglaterra valieron en Zidane más que un frasco de estimulantes. Había que verle patrullar el campo francés con ese corte de pelo de marine que se ha hecho, los hombros rectos y la mirada de cernícalo. Cogía el balón y cambiaba de ritmo, se frenaba, lo pisaba y se lo pasaba por detrás para el desasosiego de su marcador, el pobre Prso. Y cuando no era Prso, era Bjeliac o Kovac.
El gol de Trezeguet, listo ante un fallo de la defensa croata, evitó una derrota vergonzosa
Ayer Zidane salió al campo inflando pecho, y con él al frente Francia se planteó unas pequeñas vacaciones a costa de Croacia. Para empezar, Lizarazu y Petit se quedaron en el banquillo. Santini les dio descanso.
La juventud de Croacia y los lujos de Francia propiciaron un partido que en la primera mitad fue irrelevante para unos y triste para otros. Francia jugó todo lo que quiso acodada en el mostrador. Una falta pegada a la banda izquierda le dio la ventaja de forma rápida. Sacó Zidane, Silvestre hizo una cabriola en el área y el balón entró desviado. Con un gol encima, los croatas se vieron fuera del campeonato y Francia sesteó.
Croacia no es ni la sombra de la selección que le disputó la semifinal a Francia en el mundial de 1998. De aquel grupo sólo sobrevive Simic, el lateral derecho. El resto, o se han retirado o están a punto. El equipo que se presentó ayer en Leiria no tiene un conductor como Boban, ni un espíritu que vuele con la libertad con que lo hacía Prosinecki, ni un definidor del calibre de Suker. Puesto por puesto, y salvando a Simic y a los centrales, Kovac y Tudor, la Croacia de ayer es inferior con mucho a la de 1998. Pero hay un valor inalterable en sus jugadores: no se arrugan. Ayer se empeñaron con coraje y buen pie, pero les faltó contundencia. Al menos hasta la segunda parte. En la segunda parte, no se sabe si porque se interpuso la virgen de Fátima o porque a la defensa se le cruzaron realmente los cables, las ocasiones de Francia se convirtieron en un estresante día de trabajo. A partir del penalti de Silvestre a Prso Francia se tuvo que fajar ante un equipo peligroso en la medida en que sintió que no tenía nada que perder.
Los motivos que han hecho de Silvestre un jugador importante son esas cosas que tiene el fútbol que pertenecen al mundo de lo misterioso. Gracias a eso de lo intangible, este deporte atrae a la gente. Por qué Silvestre es titular en Francia y en el Manchester es un caso para Champolion. En esta Eurocopa, en dos partidos seguidos ha hecho dos penaltis. Sólo un equipo como Francia puede permitirse el lujo de tener a Silvestre.
Sin Deschamps ni Blanc, Francia tiene algo nuevo. Asume riesgos innecesarios. Unos minutos después del penalti, el veterano por excelencia del equipo, el defensa más avieso, Desailly, fue estafado por Prso, que le sacó el balón y soltó un remate poderosísimo para adelantar a su equipo. En plena explosión de felicidad croata, Zidane ejerció de líder. Reunió a los jugadores en medio del campo y soltó un discurso haciendo ademanes. El gol de Trezeguet, listo ante un fallo de la defensa croata, evitó una derrota vergonzosa. Fue lo único que sacó Francia de su desesperada carga final. Una carga que tuvo Henry, el supuesto mejor delantero del mundo, corriendo como corren los futbolistas desorientados.
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