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Crítica:JUEGOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Venganza celestial

La guerra definitiva entre el cielo y el infierno está a punto de comenzar, a no ser que el jugador lo impida

El tema es: ¿Alguien se pregunta de dónde salen las hordas de enemigos de las escenas de acción en las películas de artes marciales? Seguramente más de uno lo ha hecho, pero no mientras observaba al actor principal desplegando sus habilidades como repartidor de estopa cual ventilador desbocado. Painkiller se agarra a esa sólida convicción para moldear un videojuego pensado únicamente para descargar adrenalina como si fuera una sofisticada pelotita antiestrés. Al parecer el protagonista, Daniel Garner, tiene una oscura historia que ocultar como sirviente de extrañas criaturas, pero poco importa el argumento cuando se tienen delante varias decenas de monjes zombies dispuestos a lanzar sus pesadas hachas sin piedad.

'Painkiller'

Desarrolla: People Can Fly

Distribuye: Virgin Play

Plataforma: Windows

Género: Acción

Edad recomendada: Más de 16

Precio: 45 euros

Internet: www.painkillergame.com/

Un vídeo permite ver cómo Daniel y su pareja sufren un escalofriante accidente de coche cuando se disponen a celebrar una romántica velada. Acto seguido, como si de un sueño se tratase, Garner se halla en una inmensa catedral recibiendo instrucciones de una figura altiva. Del breve diálogo se desprende que una gran guerra, con demonios implicados, está a punto de comenzar y que el trabajo del protagonista consistirá en eliminar a sus cuatro diabólicos generales para evitar que el oscuro enfrentamiento comience. Parece ser que el cielo tiene un vengador.

Un cementerio primero y un monasterio después son las primeras de las 24 misiones disponibles en el modo para un solo jugador. Con unas armas singulares hay que ir matando, decapitando, reventando y descuartizando los cientos de zombies que rebosan cada nivel para recoger sus almas ya limpias y recuperar algo de salud para seguir adelante. Sólo hay cinco armas disponibles, cada una con su disparo alternativo, pero son más que suficientes dada su capacidad de destrucción.

Para entender la esencia del juego hay que retroceder en el tiempo, a la época de los salones recreativos, a aquel mítico Ghosts'n Goblins de Capcom en 1986. El caballero sir Arthur lidiaba contra esqueletos y espectros lanzando sus espadas. Salían por todas partes sin un segundo de descanso. Al final, un demonio más gordo intentaba rematar lo que sus secuaces no habían conseguido. Otro título que hay que rememorar para comprender el espíritu de Painkiller es el juego Doom, padre de la acción 3D en primera persona. Monstruos, monstruos y más monstruos. Acción sin freno.

La novedad está en los espectaculares escenarios cuya principal característica es la capacidad para crear un ambiente idóneo, tanto visualmente como en el apartado sonoro. Las construcciones góticas presentan trabajados adornos en sus fachadas y coherentes arcos de medio punto para su sostén; las grutas tienen abismos infinitos y una húmeda niebla que oculta seres sacados de una pesadilla. Los efectos de sonido aún destacan más que lo que entra por los ojos. Quejidos, aullidos, gemidos y decenas de estruendos caldean el ambiente preparándolo para la sangrienta lucha.

Donde probablemente Painkiller se hará un hueco es en el universo para varios usuarios. Sus programadores han añadido varios modos de juego, desde el típico todos contra todos hasta las partidas por equipos. Pero además han cuidado los detalles que a este tipo de fans más les gustan: se pueden grabar las partidas para verlas luego desde todos los ángulos, existe la posibilidad de votar para expulsar a jugadores no deseados, etcétera, un montón de cosas que pasan inadvertidas para el usuario solitario pero muy valoradas entre los adictos a la acción en grupo.

Es una puesta al día de aquellos títulos en los que lo importante era avanzar, pasar niveles, conseguir una buena puntuación sin dejar títere con cabeza y hacerlo más rápido que los demás.

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