_
_
_
_
Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Qué manera de granizar en 'El día de mañana' (I)

TORNADOS DE INUSITADA VIOLENCIA, ciudades devastadas por inundaciones sin parangón, copiosas nevadas en latitudes tropicales... Preámbulos de un abrupto e inesperado cambio climático que culmina con la instauración de una nueva era glacial. Ahí es nada. Argumento que corresponde a El día de mañana (The Day After Tomorrow, 2004), genuino ejemplar del llamado cine de catástrofes, dirigido por Roland Emmerich.

Tras apabullantes invasiones de alienígenas (Independence Day, 1996) y monstruos antidiluvianos de dudosa filiación (Godzilla, 1998), Emmerich nos obsequia ahora con una nueva vuelta de tuerca sobre los posibles peligros del cambio climático. El filme ha generado ya diversas corrientes de opinión en torno a la espinosa cuestión de hasta qué punto la ingerencia humana puede alterar el clima de la Tierra.

El análisis de los fenómenos atmosféricos que muestra el filme daría para escribir un manual sobre climatología. En esta entrega nos ocuparemos de uno de los espectaculares efectos del cambio climático en ciernes. La próxima semana debatiremos las posibles causas que podría producir el deterioro (e incluso la parada) de la llamada corriente del golfo y las consecuencias en el clima de América del Norte y Europa.

La película se inicia con un hecho real: el colapso de una monumental placa de hielo (Larsen B) acaecida en la Antártida en marzo de 2002. Con un peso estimado de unos 500 millones de toneladas, Larsen B se separó del continente antártico y se escindió en miles de icebergs. El calentamiento global del planeta, que en suelo antártico ha elevado 2,5 grados centígrados su temperatura media en el último medio siglo, está produciendo un retroceso de los glaciares y de la cantidad de hielo acumulado en las cadenas montañosas de la Tierra.

La rotura de Larsen B da pie al científico de turno, el climatólogo Jack Hall (Dennis Quaid) a iniciar su cruzada preventiva para atenuar los devastadores efectos del cambio climático que se avecina (con poca fortuna, dicho sea de paso).

El filme pasa revista a un surtido de espectaculares fenómenos atmosféricos: la furia de la naturaleza desatada en todo su esplendor. Mientras huracanes y tornados asolan las ciudades de Los Ángeles y Belfast, granizo del tamaño de pelotas de balonmano se precipita abrumadoramente sobre una urbe nipona... Un tamaño que, pese a lo inusitado, no resulta imposible: de hecho, la espectacular granizada que se cernió el 14 de abril de 1986 sobre la ciudad de Gopalganj, en Bangladesh, con piezas de casi un kilo de peso, produjo la muerte de 92 personas. El mayor fragmento recogido hasta la fecha (más bien una fusión irregular de decenas de pequeñas piedras de granizo) medía unos 18 centímetros de diámetro y se precipitó sobre Aurora (Nebraska), en junio de 2003.

El mayor problema de las monumentales piedras de granizo que muestra El día de mañana es su patente transparencia. El granizo se forma en un complejo proceso inducido por corrientes convectivas en nubes del tipo cúmulo-nimbus. En esencia, se inicia con una minúscula partícula de sal o cualquier otro contaminante en la nube, que en su movimiento ascendente y descendente por el interior de la nube, acumula capas sucesivas de hielo, en un proceso conocido como acreción.

Cuando la acción de la gravedad terrestre domina sobre las corrientes convectivas, el granizo así formado se precipita sobre la superficie del planeta. Resulta interesante destacar que durante el proceso de acreción de las sucesivas capas de hielo, el granizo suele atrapar cantidades variables de aire, lo que le imprime su característico color blanco y carácter opaco. Cuanto más rápido es el proceso, más aire resulta atrapado y por consiguiente, más opaco deviene el granizo.

Al repetirse el proceso cierto número de veces, el granizo acumula capas alternadas de hielo opaco y transparente que contienen el registro de sus movimientos a través de la nube. Dadas las prisas con la que se manifiestan los fenómenos atmosféricos del filme, uno esperaría ver granizo especialmente opaco y no las prístinas piezas transparentes que en él se muestran. Por lo menos, los huracanes que transitan por Los Ángeles giran en sentido correcto...

Al margen de las espectaculares imágenes que jalonan el filme, que bien merecen pagar la entrada, nos quedamos con un apunte final: la sorprendente evacuación de gran parte de Estados Unidos, inhabitable tras el abrupto cambio climático, y cuyos habitantes emigran ilegalmente a México (a quien por fin, se dignan a ubicar en el mapa). Escenas que, por sus implicaciones, dibujan más de una sonrisa en el espectador...

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_