Desangelado
La inauguración del Festival de Verano del Real tiene una primera lectura política. No está Barenboim, lo que obliga a definirse a las diferentes administraciones. La actual alcaldía, defensora máxima desde la Comunidad de las visitas berlinesas, no sabe, no contesta, y además está tocada y en descrédito musical a partir del encargo a Cano de una sinfonía para la reciente boda principesca. La Comunidad se ha descolgado con una política populista de nuevos públicos defendiendo la música española y una de las producciones, Tosca, menos satisfactorias del Real desde su reapertura. Da la sensación de que al Real le gustaría ser la Zarzuela. Esta semana son protagonistas Rousset y Garrido, aunque sin el soporte escénico que utilizaron años antes en el teatro de la calle Jovellanos para La capricciosa corretta y La púrpura de la rosa. En cuanto al recital lírico del próximo domingo de Janowitz, el Real rompe el pacto de hacer únicamente ópera dejando a la Zarzuela el mundo del lied, lo que demuestra desconcierto y falta de criterio. Para que nada falte en la oleada de despropósitos, la ministra de Cultura ha salido al ruedo defendiendo un recital gratuito de Barenboim en la plaza Mayor el 9 de julio. Olé la demagogia.
Arias de zarzuela del siglo XVIII
Orquesta de Les Talents Lyriques. Director: Christophe Rousset. Con Elena de la Merced, soprano. Obras de Nebra, Boccherini, Rodríguez de Hita y Martín y Soler. Festival de Verano del Teatro Real, Madrid, 14 de junio.
La inauguración fue desangelada, aunque los fundamentalistas de la música española y el entrañable corresponsal en España del Frankfurter Allgemeine estuviesen radiantes. Rousset y su grupo se mostraron rutinarios, desde una calidad estimable. Elena de la Merced logró sus mejores momentos en 'Triste cárcel oscura... ¡Ay, amor!', aunque, en general, no pudo sacudirse un tono de distancia.
Babelia
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