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Eurocopa 2004 | Un clásico entre dos potencias con estilos opuestos

La política del 0-0

La Alemania de Rudi Völler planifica su estreno en el torneo con un cerrojazo frente a Holanda

Diego Torres

Alemania practica el ocultamiento. Es como esos depredadores que atacan por sorpresa o se camuflan bajo la apariencia de una criatura inofensiva. La inminencia del partido contra Holanda ha activado todas sus defensas, nunca mejor dicho. El seleccionador, Rudi Völler, decidió el domingo cerrar los entrenamientos para que nadie vea lo que hacen sus muchachos. Quería practicar el juego a balón parado, los penaltis y, en especial, algo que a los germanos se les da muy bien: los lanzamientos de falta para el remate de sus largos y poderosos muchachos de cabeza de acero.

Alemania vive momentos de introspección y alerta. El doctor Tim Meyer aconsejó a los jugadores que no tengan relaciones sexuales hasta después del encuentro con Holanda para evitar el desgaste emocional y físico. Por lo demás, la información que sale del hotel en el que se recluyen los teutones es mínima hasta el absurdo. El segundo técnico, Michael Skibbe, además de insinuar que el equipo "podría" jugar con "un solo delantero", presumiblemente Kuranyi, ha hecho apología del secretismo. "Nuestra prioridad es hacer un fútbol serio en la defensa y creo que lo haremos", ha dicho Skibbe como si confesase un delito desconocido por el mundo; "también tengo información fiable sobre la manera en que jugará Holanda, pero no quiero hablar de ello porque le daríamos oportunidad de cambiar de táctica".

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El complejo elegido por Völler, en la localidad de Almancil, es tan lujoso como recóndito y hermético. Entrevistar a un jugador alemán es una tarea prácticamente imposible, sobre todo para los periodistas germanos, que se pasan el día encerrados junto al hotel del equipo, en una gran sala soterrada con forma de planta industrial, iluminación especial y gigantescos escaparates donde se anuncian los patrocinadores: Adidas, Mercedes Benz, Postbank y cerveza Bitburger. Uno de los reporteros adheridos a Alemania, natural de Berlín, comentó el domingo: "Aquí nos podríamos pasar el día engordando. Tenemos cerveza, bocadillos, comidas, café, televisores... Pero a los jugadores no los vemos nunca".

Alemania comienza el Europeo encerrada en su cascarón y nadie puede asegurar si lo que se verá hoy en Oporto será el equipo que se arrastró por el de 2000 o el conjunto que estuvo a punto de reconquistar el campeonato mundial en Tokio en 2002. Hay una estadística determinante: la Eurocopa de 2000 fue una excepción para un equipo que alcanzó la final en cinco de las últimas nueve ediciones. Alemania fue campeona en 1972, 1980 y 1996 y subcampeona en 1976 y 1992. En la edición de 1988 cayó en las semifinales, contra Holanda, en Hamburgo. Fue la única gran victoria holandesa sobre Alemania. Un gol de Van Basten en el descuento (2-1) consiguió que, como dijo Gullit, se hiciera "justicia".

La Alemania que ha velado sus armas al sur de Portugal parece un equipo en estado larvado. No hay señales en su plantilla de centrocampistas con pie de seda, grandes pasadores en la estela de Beckembauer, Overath, Netzer, Magath, Schuster, Möller o Effenberg. Ésa parece una estirpe agotada. Si hay algo que persiste en Alemania es el esquema mental de sus jugadores. Se tienen fe por encima de la lógica, conservan el corte atlético y no dudan sobre cuál es la idea rectora. El central del Hertha de Berlín, Friedrich, resumió el domingo el código genético de los suyos rescatando una frase que puso de moda el Schalke cuando ganó la Copa de la UEFA en 1974: "El 0 debe prevalecer". Una apuesta furibunda por evitar recibir goles. "Si nos mantenemos cerrados", agregó Friedrich; "como hicieron los griegos contra Portugal, todo será posible".

Ésta es la política de "Tía Katy", como llaman a Völler por sus rulos. El ex delantero internacional pretende asegurar su área con acorazados del pelaje de Worns, Nowotny y Baumann; cerrar las bandas con mediofondistas de ida y vuelta, buenos llegadores como Shneider y Lhan, y asegurar la pegada con Ballack y un delantero. Este papel lo puede interpretar Kuranyi, un alemán nacido en Rio de Janeiro, o el chaval con la media goleadora más alta de la última Bundesliga, el polaco de nacimiento Podolski.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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