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Reportaje:

El origen de la Biblioteca Nacional

Una muestra de joyas bibliográficas explica los primeros 50 años del centro

La Biblioteca Nacional muestra una exposición que da noticia de sus propios orígenes como monumento documental de la historia de España. Y lo cuenta mediante el despliegue de una selección obtenida entre los fondos bibliográficos que, desde hace tres siglos, atesora. Son hasta 360 grabados, libros, mapas y manuscritos, algunos surgidos de la pluma misma de los primeros monarcas de la dinastía de los Borbones, así como medallas, monedas, piezas musicales, estatuaria y pintura.

Han sido reunidos por Elena Santiago, 38 años al frente de la sección de Dibujo y Grabado de la Biblioteca Nacional, que comisaría la exposición La Real Biblioteca Pública (1711-1760) de Felipe V a Fernando VI. Su selección se atiene a un criterio histórico-descriptivo aplicado a los primeros 50 años de la institución pública que, a diferencia de las librerías regias, permaneció siempre abierta a la ciudadanía. Tal criterio narrativo se ve complementado, además, por otro estrictamente humano, que informa sobre el hasta ahora tan desconocido perfil personal de ambos monarcas, incluso del de sus antecesores Felipe III y Felipe IV, de la precedente dinastía de los Austrias, con cuyas librerías aquélla se viera acrecentada en los albores del siglo XVIII.

Fue precisamente entonces cuando España se vio desgarrada en una guerra dinástica declarada a la muerte, sin descendencia, de Carlos II el Hechizado, en el año de 1700. Dos bandos se alinearon tras los aspirantes a la Corona vacante: el del archiduque de Austria, Carlos, y el del nieto de Luis XIV de Francia, Felipe de Anjou, que tras la contienda se alzaría con el trono.

La exposición muestra documentadamente los esfuerzos propagandísticos desplegados por ambos contendientes y sus aliados, Inglaterra-Austria y Francia, respectivamente, para engatusar a sus respectivas opiniones públicas con sabrosas añagazas.

Así, un grabado sobre tela, tejido a mediados del siglo XVIII, representa al archiduque Carlos rodeado de ninfas, musas y ángeles bajo la advocación de divinidades olímpicas. Procede de una colección perteneciente a herederos del botánico sueco Linneo y que, hace apenas un año, fue adquirido por la Biblioteca Nacional.

Algunas de las joyas bibliográficas visibles son un antiquísimo Códice de Metz, tratado de Astronomía del siglo IX; un comentario al Apocalipsis, Beato de Liébana, del año de 1047; un Libro de Horas de Carlos VIII de Francia, del siglo XV; una Cosmología de Ptolomeo, del año 1482, así como numerosos incunables.

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Localización, documentación y catálogo han sido tareas arduas: "Pero se compensan por el deleite que nos procuran los tesoros que guarda esta casa", dice Elena Santiago con una sonrisa. Rosa Regás, directora de la Biblioteca Nacional, subraya: "La exposición fue pensada tiempo atrás de mi llegada y reconozco que es excepcional".

Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20. Hasta el 19 de septiembre. De martes a sábados, de 10.00 a 21.00. Domingos y festivos, de 10.00 a 14.00. Último pase, 30 minutos antes del cierre.

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