Baja la tensión en Barcelona
Alentados por algunos colectivos antiglobalizadores y personas próximas al sindicato CGT, los inmigrantes sin papeles de Barcelona han protagonizado una semana de movilizaciones que comenzó con un encierro de ocho horas en la catedral de la ciudad y la posterior entrada de la policía. Para la próxima semana han anunciado nuevas protestas pero con un cariz más moderado.
La bajada de la tensión no es casualidad: estos inmigrantes, y sobre todo sus líderes, saben que ahora, a diferencia de hace unos años, difícilmente hallarán en la sociedad el calor recibido en 2001 cuando se encerraron en varias iglesias de Barcelona durante 47 días con una huelga de hambre incluida. Reflejo de este escenario ha sido el rechazo a los encierros expresado de una u otra forma por todos los partidos e incluso por los dos sindicatos mayoritarios: UGT y CC OO.
¿El motivo? Hay aires de cambio en la legislación de Extranjería y tanto la izquierda como los sindicatos esperan que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sepa encontrar una vía que, aunque no signifique papeles para todos, proporcione una salida al millón de inmigrantes indocumentados que viven en España. La concesión de permisos de residencia a quienes puedan presentar una oferta de trabajo es una de las vías que estudia el Ejecutivo. Los sindicatos siguen estos días la vieja fórmula de ver y esperar.
Pero los inmigrantes no son optimistas. El portavoz de la Asamblea para la Regularización sin Condiciones, Enrique Mosquera, afirmó ayer que esperan poco de la reunión que mantendrán con el subdelegado del Gobierno en Barcelona, Eduard Planells, el próximo martes. "Lo que pedimos es que una comisión de expertos analice la situación de los sin papeles y, a partir de aquí, se tomen decisiones", afirmó.
Para rebajar la tensión, la delegación del Gobierno ha iniciado una ronda de conversaciones con los diferentes agentes implicados.
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