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Reportaje:Eurocopa 2004 | Dos iconos, el futbolístico y el comercial, frente a frente

A la búsqueda de sí mismos

Zidane y Beckham compiten hoy en su entorno más querido, el de sus selecciones, tras su gris final de curso en el Madrid

Santiago Segurola

Son los dos grandes iconos del fútbol europeo. Uno, por su excelencia como futbolista; otro, por su eficacia comercial. Son Zinedine Zidane y David Beckham. Juegan en el Real Madrid y esta noche se enfrentan en Lisboa. Ninguno de los dos verá alterada su posición en la escala del fútbol por lo que suceda en el Inglaterra-Francia. Zidane tiene los éxitos, el prestigio y el respeto. A Beckham no le afectan los resultados ni su juego. Sus partidos se disputan en otra parte, en los despachos donde se mide el efecto publicitario de un jugador artificialmente convertido en estrella del fútbol. Pero hay interés por observarles en su entorno más querido, en el de sus selecciones, donde Beckham oficia de capitán y Zidane ejerce de referencia constante.

Zidane, hombre discreto, poco amigo de confesarse a la prensa, ha declarado que sus últimas semanas en el Madrid han sido las peores de su trayectoria. El jugador fascinante de la primera mitad del campeonato se convirtió en un futbolista desanimado, de gesto doliente, en el tercio final de la Liga. Nadie escenificó más gráficamente el desplome del Madrid que Zidane. Expulsado frente al Deportivo, sustituido frente al Barça, súbitamente envejecido, Zidane parecía no salir de su estupor. No encontraba la energía ni los recursos técnicos para recordarse a sí mismo, al jugador que había marcado época desde 1998. La hinchada del Madrid, tan sangrante con varias de las estrellas del equipo, guardó para el astro francés un respetuoso silencio, como si no quisiera ver más que una crisis pasajera en lo que también podía interpretarse como las señales de la decadencia. Hasta en el plano técnico Zidane perdió su legendaria coordinación y destreza. Terminó la Liga como una sombra del glorioso futbolista anterior. Nada más se ha sabido desde entonces.

¿Qué versión de Zidane se verá en la Eurocopa? Es, sin duda, uno de los grandes interrogantes del torneo. Arropado por sus viejos pretorianos -Thuram, Desailly, Lizarazu, Vieira, Makelele-, quizá recupera la vitalidad y el ingenio que le han caracterizado. Es un entorno más amable que el del Madrid, sometido durante toda la primavera a un proceso destructivo que no sólo ha afectado a Zidane. Roberto Carlos, Raúl y Ronaldo también han padecido las consecuencias del derrumbe. Jugaron como espectros de lo que son. Cuando se han encontrado con condiciones más favorables, su respuesta ha sido muy diferente. Ahí quedan los tres goles de Ronaldo a Argentina. En cualquier caso, Zidane está a punto de cumplir 32 años, una edad que tradicionalmente ha marcado la frontera entre el vigor y la erosión física.

Sobre el vigor de Beckham no hay dudas. Le sobra y lo aplica mal, al menos en el puesto que ha ocupado en el Madrid, en el que ha fracasado como medio centro. El fracaso estaba inducido por varias lacras: Beckham corría demasiado en una posición en la que hay que correr poco o hacerlo inteligentemente; tampoco se ha distinguido por su capacidad de quite, casi inexistente. Como en el juego aéreo no existe, como impedía desmarques por su querencia a acercarse más de la cuenta a cualquiera que llevara la pelota y como le salía el demagogo que lleva dentro para hacer demostraciones improcedentes de su guapura en el desplazamiento del balón, Beckham terminó por convertirse en el gran problema del Madrid.

Pero Beckham no juega de medio centro en la selección inglesa. Eriksson hace los experimentos con gaseosa, no con un jugador que no le sirve en esa posición. En el equipo inglés, Beckham regresará a su puesto natural, el de interior derecho, donde no puede aprovechar la velocidad que no tiene, pero se beneficia de las obligaciones y límites que marca la raya derecha del campo. Necesariamente contenido en un espacio menor del campo, y casi sin desbordar, Beckham funciona mucho mejor como interior derecho, donde su elección está restringida al giro y pase atrás o a sus espléndidos centros sin un mínimo espacio para procurarlos. En ese aspecto, inutilizado en el Madrid por la ubicación frontal que ocupaba, Beckham no es un piernas, aunque ello no le convierte, ni de lejos, en el astro que quieren que sea.

Beckham se ejercita sobre el césped.
Beckham se ejercita sobre el césped.ASSOCIATED PRESS

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