Algo más que agua
La campaña se centra en la polémica hídrica y relega problemas como la crisis industrial y las infraestructuras
La Comunidad Valenciana se juega mucho en las elecciones europeas de este domingo. En el Parlamento Europeo -cuya nueva composición tras la reciente ampliación de la Unión Europea a 25 miembros se decide en este 13-J- se adoptan cada día muchas decisiones esenciales para los más de 450 millones de ciudadanos europeos. Las políticas sociales, económicas, industriales, agrarias, medioambientales, de infraestructuras, de seguridad, etcétera, que emanan del Parlamento y de la Comisión Europea afectan a todos los ciudadanos europeos y entre ellos a los valencianos. A pesar de ello, en la campaña electoral los candidatos y los partidos, en especial los dos mayoritarios, PSOE y PP, han relegado a un discreto segundo plano muchas de esas cuestiones que dependen de la UE y que son de vital importancia para todos los valencianos. El debate se ha centrado casi de forma exclusiva en el agua.
La ampliación de la UE afectará a muchos sectores tradicionales valencianos
El PP ha convertido el trasvase del Ebro en su principal bandera electoral
El PP inició su campaña nada más conocerse que el nuevo Gobierno central presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero iba a anular el trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrológico Nacional. Convirtió este asunto en su principal y casi única bandera. A partir de ese momento y a pesar de la crisis interna que el partido vive desde hace meses, todos los populares, ya fueran partidarios del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, o seguidores del ex ministro de Trabajo Eduardo Zaplana, han coincidido en el argumento y han convertido la cuestión hídrica en el eje de su campaña. El supuesto agravio del nuevo Ejecutivo central hacia los valencianos se ha convertido prácticamente en el único argumento de campaña del PP, al menos en la Comunidad Valenciana. Lo curioso es que los socialistas, que inicialmente no entraron al trapo, han quedado finalmente atrapados en la demagogia popular.
Pero, como ya ha quedado dicho, aparte del agua, en esta campaña los valencianos nos jugamos muchas otras cosas, de las que apenas se ha hablado en estos 15 días. Sectores industriales como el del textil o el del calzado, que ya se encuentran en crisis -con un preocupante repunte de los despidos, de los expedientes de regulación de empleo y del cierre de empresas-, debido en parte a la competencia de los países asiáticos, se ven amenazados ahora por la entrada de los nuevos países socios de la UE. La competencia será más fuerte y la deslocalización se cierne como un peligro adicional. El nuevo reparto de fondos y ayudas comunitarias, que tendrán que llegar también a los nuevos socios, les afectará de forma directa.
De ahí que tanto los socialistas como Esquerra Unida hayan insistido a lo largo de esta campaña en reclamar al Consell más atención a estos sectores mediante la apuesta por la calidad y por las políticas de I+D+I, necesarias para poder aprovechar la oportunidad de abrir nuevos mercados que les brinda la ampliación de la UE. Un proceso que también afectará a sectores como el mueble y la cerámica.
La agricultura, otro sector tradicionalmente muy sensible a las decisiones que se adoptan en Bruselas, también se enfrenta a nuevos retos, y no precisamente por las nuevas perspectivas de mercado, porque hace ya tiempo que, por ejemplo, los naranjeros, abrieron canales de venta en los países del este de Europa. El mundo agrícola valenciano está en clara regresión desde hace años debido al minifundismo, al envejecimiento de los agricultores y a la exigua tasa de renovación generacional, de manera que sigue perdiendo peso en el PIB. Y aquí sí que es de vital importancia todo lo que se decide en Bruselas. La famosa PAC (política agraria comunitaria) es un claro ejemplo de las posibilidades de actuación de los eurodiputados españoles.
En el campo de las infraestructuras la importancia de las políticas comunitarias también es incuestionable. Proyectos como el de la red ferroviaria de alta velocidad dependen en su mayor parte de los fondos europeos. Y lograr, por ejemplo, que la Comunidad Valenciana llegue a estar conectada en ancho europeo con el resto del continente, es de vital importancia. Esta misma semana la Comisión ha anunciado que financiará el paso ferroviario de los Pirineos en ancho europeo, con lo que ello supone para el transporte de mercancías, que desde Madrid podrán llegar a Francia pasando por Zaragoza, Lleida, Tarragona y Barcelona. Pero no por Valencia, que de momento no tiene garantizado el ancho europeo hasta Tarragona y no podrá conectar con la salida hacia Europa. Las naranjas valencianas, por seguir con el ejemplo, dependen de esta conexión, sobre todo en un momento en que se empieza a ver la necesidad de reducir el volumen de tráfico de camiones que lastra el sistema de comunicaciones por carretera, para trasvasar hacia la red ferroviaria buena parte del importante volumen de transporte de mercancías que aquellas soportan en la actualidad. Muchas otras infraestructuras de transportes, como las carreteras o las llamadas autopistas del mar, también dependen en gran medida de los fondos que llegan de la UE.
También en el apartado de infraestructuras, pero en relación con el medio ambiente, la UE es decisiva. El déficit hídrico de la Comunidad Valenciano, que el PP insiste en solucionar mediante el trasvase, requiere soluciones que pasan por políticas más sostenibles: sobre todo un mejor aprovechamiento de los recursos existentes, a través de sistemas de riego más eficientes o de la construcción de plantas depuradoras para la posterior reutilización del agua. Las desaladoras, demonizadas durante la campaña electoral, también son infraestructuras importantes para paliar ese déficit hídrico y las ayudas europeas pueden conseguir, por ejemplo, que esas plantas reduzcan sus efectos perniciosos sobre el medio ambiente.
Hay otras cosas
Por más que el PP valenciano haya centrado su campaña electoral en la crítica al anuncio del Gobierno central de derogar el trasvase del Ebro, y a pesar de que los socialistas no han logrado eludir el asunto, lo cierto es que durante estos 15 días los candidatos y los partidos han sacado a relucir otras cuestiones en los actos públicos que se han organizado en todo el País Valenciano para captar el voto de los ciudadanos.
Aparte del agua, del trasvase y de las desaladoras, el PP también ha hablado, aunque siempre como segundo plato, de cuestiones como las políticas de I+D+I o la traducción de la nueva Constitución europea a la "lengua valenciana".
Mientras, los socialistas valencianos han puesto el acento en la crisis de los sectores productivos y en la necesidad de conseguir más fondos estructurales para ayudarles a superar la crisis, así como en la agricultura y el medio ambiente. Por su parte, los candidatos y los líderes de Esquerra Unida han hablado mucho de medio ambiente. La visita de un grupo de europarlamentarios, que conocieron de cerca el proyecto de trasvase Xúquer-Vinalopó y los problemas del litoral valenciano, ha sido utilizada como percha para hablar de esas cuestiones candentes. La exigencia de que se cumpla el protocolo de Kioto, las políticas sociales o la llamada de atención ante la posibilidad de que la ampliación de la UE suponga una reducción de los presupuestos destinados a las zonas de interior también han salido a relucir. Finalmente, el Bloc ha insistido en el reconocimiento del valenciano como lengua oficial europea, así como en la necesidad de apoyar a los sectores tradicionales valencianos.
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