Lecciones interrumpidas
Qué es peor para un edificio, desaparecer o no llegar a ser? "Los edificios, al margen de haber sido construidos o no, pueden ser edificantes". Mariano Bayón, comisario de esta muestra, sintetiza así el objetivo de la exposición. Algunas arquitecturas no construidas son más activas que muchas que sí lo han sido. Su calado y su capacidad de propuesta se demuestra mayor a través del tiempo. A pesar de que buena parte de los arquitectos consideren que la construcción de un edificio es fundamental para juzgar su valía, este proyectista sostiene que la vanguardia de un edificio puede probarse desde el plano, al margen de las tres dimensiones. "Esa discusión sólo puede establecerse si uno considera la arquitectura no pensada para poder construirse como válida. Lo que diferencia a los proyectos activos, y por tanto edificantes, es que fueron pensados para poderse construir. Por eso son luces e iluminan con sus ideas y el hecho de que fueran o no construidos se convierte en algo secundario", apunta. "La diferencia de estos proyectos con los trabajos contemporáneos, que muchos ya anuncian, es la diferencia entre el espectáculo y el rigor", sentencia.
"Son proyectos que, a pesar de ser viejos y de no existir, se mantienen vivos"
Una reivindicación del trabajo de dos de los mejores maquetistas del mundo, Juan de Dios Hernández y Jesús Rey, está en el origen de esta ambiciosa muestra que trata de rescatar del olvido lecciones de grandes arquitectos. Algunos de los más notables entre los españoles -Miguel Fisac, José Antonio Corrales, Rafael Moneo, Juan Navarro Baldeweg, Josep Llinás o Manuel Gallego- llevan años reuniéndose en sus ratos libres para recuperar arquitecturas olvidadas. A partir de sus consejos, los maquetistas han llevado a tres dimensiones edificios destruidos o nunca construidos de los grandes maestros del siglo XX. El Palacio de Congresos que Louis Kahn nunca llegó a levantar sobre el Gran Canal de Venecia (recuperado por Javier Vallés y María Casariego), el interior desaparecido del cine Universum de Berlín, de Erich Mendelsohn (rescatado por Ángel Fernández Alba), el café de Terciopelo y Seda que Mies van der Rohe proyectara con Lilly Reich para la Exposición de la Moda de Berlín en 1927 (estudiado por Gonzalo Moure y Enrique Colomés) o el Danteum que Terragni no llegó a construir en Roma (a cargo de Jesús Aparicio) pueden ahora verse en tres dimensiones.
Los 24 proyectos redimidos fueron elegidos por estar -a juicio del comisario de la muestra- en la cabeza de todos, y los arquitectos elegidos para construirlos se decidieron a partir del conocimiento y la afinidad del arquitecto rescatador con la arquitectura rescatada. Así, Rafael Moneo recupera la Fundación Massieri, que Frank Lloyd Wright no llegó a edificar en Venecia, una ciudad poco hospitalaria para la arquitectura moderna. Juan Navarro Baldeweg construye también una idea, la de Melnikov, para un garaje de 1.000 automóviles, mientras el catalán Josep Llinás, en cambio, ha reconstruido, a escala, una caseta de baños dibujada por José Luis Sert, y el propio Miguel Fisac erige, en tres dimensiones, los planos de la iglesia Gaviota que él mismo proyectara en 1959.
Buena parte de los proyectos
que esta exposición exhibe supusieron, en el momento en que fueron ideados, una propuesta rotunda y chocante. Basta contemplar el escurridizo interior del Cineac que Jan Duiker construyó en Amsterdam en 1933, y que Bayón ha querido rescatar con imagen y sonido. Se trata de un proyecto precursor de la arquitectura fluida actual, un interior realizado con amianto sobre tela metálica, en el que se proyectaban noticias que la gente veía de pie, mientras entraban y salían los curiosos. Con todo, y a pesar de tratarse de propuestas osadas, ninguno de los proyectos elegidos supone un mero juego formal, "no son trabajos de evasión a los que tan acostumbrados nos tienen los tiempos recientes", puntualiza Bayón. Son proyectos que, a pesar de ser viejos y de no existir, se mantienen vivos, constituyen una arquitectura activa de la que se puede aprender. Cada uno de los edificios recuperados trató de resolver problemas generales y reales. "Por eso las conclusiones de cada proyecto son hoy una lección que puede aplicarse a otros trabajos", sostiene. Frederick Kiesler o el penúltimo Pritzker, Jørn Utzon, se presentan como autores de geometrías libres que, sin embargo, no trataron de epatar. Investigaron construcciones cerámicas o la organización de muros y estructuras unidas a la construcción. Trataron de plasmar con sus proyectos nuevas maneras de mirar el mundo y nuevas maneras de construirlo. Ésa es la clave de la muestra, y la paradoja de los proyectos: todos los edificios recuperados son arquitecturas realistas, aunque, por su osadía y visión, puedan parecer fantásticas. En muchos casos, posiblemente fuera ese aspecto imaginativo el que los condenara a una vida breve o lo que les impidiera llegar a ser. El trabajo de Kiesler, por ejemplo, puede tener muchas similitudes con el que hoy hace Gehry. "Kiesler llegó incluso a hacer una planta con forma de pez", apunta Bayón, pero nunca en el trabajo del vienés se da una extravagancia: sus formas obedecen a una manera de construir, no al capricho que, en ocasiones, parece guiar a Gehry.
Entre todos los proyectos de
la muestra, la Villa Saboya es el único edifico que ha llegado a nuestros días. Josep Quetglas no ha realizado, en este caso, una condensación en maqueta de la vivienda que puede visitarse, ha recuperado proyectos anteriores de Le Corbusier para el mismo edificio que no llegaron a construirse. El arquitecto mallorquín se cuenta entre quienes consideran que los planos son ya arquitectura, de la misma manera que otros consideran que la música está ya en la partitura. Al igual que Quetglas ha compuesto y recompuesto la casa Le Corbusier, cada proyecto indagado tiene un cuaderno de investigación con los apuntes de los arquitectos que han investigado los edificios y que publicará la editorial Rueda, además y al margen del catálogo general editado por Tanais.
¿Se puede probar la bondad de un edificio no construido? Los propios arquitectos metidos a investigadores difieren en sus respuestas. Bayón trata de contestar con una cita de Kandinsky que distingue entre una obra de arte auténtica y otra falsa. "La auténtica parte de la necesidad interior del autor. La falsa parte de la exterior. Es decir, de la ambición y la codicia". Los planos informan ya sobre la capacidad, o incapacidad, de la arquitectura. "En ellos pueden leerse las evasiones ideadas para captar el interés de políticos y grandes públicos o las aventuras personales que buscan tratar de mejorar la manera de habitar el mundo", concluye Bayón. Los veinticuatro proyectos incluidos en esta exposición siguen vigentes, siguen siendo luces, luces interrumpidas.
Arquitecturas ausentes. Arquerías de los Nuevos Ministerios. Madrid. Del 15 de junio al 7 de noviembre.
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