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Elecciones Europeas

La derecha libra su gran batalla contra el Gobierno en Hungría

El Ejecutivo de centro-izquierda, favorito en la República Checa

Guillermo Altares

La elección de 24 eurodiputados en las primeras elecciones al Parlamento Europeo en las que participa Hungría se ha convertido en un campo de batalla político entre los socialistas del MPSZ, que se mantienen en un precario equilibrio en el Ejecutivo de coalición con los liberales, y la derecha del Fidesz, que quisiera aprovechar un eventual resultado favorable para forzar una crisis de Gobierno.

El hecho de que los sondeos concedan una pequeña diferencia o empate entre las dos principales fuerzas no ha enfriado una campaña que, como explica un veterano periodista húngaro, "está basada en la palabra mentira" y parece destinada a "unas elecciones nacionales y no europeas".

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El tono del enfrentamiento quedó marcado el pasado lunes en el Parlamento cuando Janos Ader, portavoz de la derecha, acusó a los socialistas de "haber gastado millones en los últimos días para divulgar mentiras", en referencia al lema electoral del MPSZ: "Alto a la fábrica de mentiras del Fidesz". El debate continuó, con un escándalo pocas veces visto en la Cámara de Budapest, en medio de acusaciones mutuas y de insultos.

Víktor Orban, ex primer ministro conservador y líder de Fidesz, nunca ha ocultado que desea que la campaña se centre en el debate nacional. "Necesitamos vuestros votos para que podamos imponer nuestra voluntad en el Parlamento Nacional", afirmó recientemente Orban, quien también llamó a los húngaros a pronunciarse en las urnas europeas "sobre los logros económicos" del Gobierno de Peter Medgyessy.

Además de atacar a la oposición, el Ejecutivo socialista y liberal, que llegó al poder de forma sorprendente en 2002 desbancando a los conservadores, ha basado su campaña en la entrada de Hungría en la UE el pasado 1 de mayo y en su lucha contra el excesivo gasto público y la inflación, dos males de la economía húngara frente a las acusaciones del Fidesz, que dice haber recogido un millón de firmas contra "la subida de los precios, las privatizaciones y para que la economía vuelva al buen camino". Los llamamientos de Medgyessy para alcanzar un consenso nacional en asuntos europeos han caído, en medio de una campaña áspera, en saco roto. El peso de los candidatos que encabezan las listas demuestra que los partidos se han tomado muy en serio estos comicios: Laszlo Kovacs, presidente del MPSZ, por los socialistas; Gabor Demszky, ex alcalde de Budapest y un antiguo disidente muy conocido, por los liberales, y Pal Schmitt, un ex campeón de esgrima -deporte nacional-, por la derecha del Fidesz.

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Resultado estrecho

Los institutos de sondeos prevén un resultado muy estrecho que, en gran medida, dependerá de la participación, que puede ir desde el 44%, según las previsiones del instituto Tarki, hasta el 57% de Political Capital. Todos los expertos creen que una mayor participación favorece a la derecha, mientras que la abstención sería beneficiosa para la coalición en el Gobierno. Varios sondeos (Tarki) hablan de un empate a 10 escaños entre el Fidesz y el MPSZ, con dos para los liberales y otros dos para el opositor cristianodemócrata del MDF. En ningún caso es la revolución electoral que esperaba Orban poco antes de la ampliación.

En el resto de los países centroeuropeos que se incorporaron a la UE en mayo las elecciones al Parlamento Europeo se viven con más calma, sin el enfrentamiento abierto de Hungría. En la República Checa, las previsiones de participación rondan entre el 30% y 40% y prevén que los partidos de la coalición de Gobierno (socialdemócratas, liberales y democristianos) se hagan con la parte del león de los 24 escaños en disputa. En Eslovaquia, con 14 diputados, la atención está centrada en un conocido jugador de hockey, Peter Stastny, que se presenta por la lista gubernamental y en una temida subida (dos escaños) de los nacionalistas de derechas del HZDS. Sólo en Eslovenia, que opta a siete escaños, se espera una participación elevada: los eslovenos piensan que su presencia en Estrasburgo aumentará su visibilidad internacional.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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