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Signos

Antonio Salido novela las andanzas de un pícaro en Jaén

Ginés Donaire

Tanta era la afición a la literatura picaresca de Antonio Salido (Córdoba, 1961) que, desde hace años, tenía pendiente el reto de escribir una versión del Lazarillo de Tormes extrapolada a Jaén, ciudad en la que vive desde su infancia. Su sueño se ha hecho realidad con la novela Andanzas de Alonso de Jaén, que acaba de ver la luz publicada por la editorial sevillana Jamais, dentro de su colección de novela española. El primer libro de este escritor, licenciado en Geografía e Historia y que se considera un jiennense más, es una novela de sustrato histórico donde, sin renunciar a los rasgos populares de la tierra que lo acoge, crea una serie de personajes ficticios para recrear cómo era la sociedad en la época del Renacimiento a través de las andanzas de un pícaro llamado Alonso.

Toda la trama de la novela se desarrolla en Jaén y aborda la vida de un pícaro del siglo XVI que, por avatares del destino, nace huérfano y es recogido en un convento, del que años después escapa para empezar a vivir un sinfín de peripecias. El autor apela a la imaginación para retratar a Alonso como ladrón de huertas, criado de una notaría pública, alguacil que persigue a los maleantes para, finalmente, ser expulsado de Jaén tras ser acusado de un robo. Es aquí, coincidiendo con su forzado exilio a Italia, cuando aparece en la novela uno de los pocos personajes reales, Miguel de Cervantes. El otro es Andrés de Vandelvira, el arquitecto que dirigió las obras de la catedral de Jaén.

Ironía

Antonio Salido, que acaba la novela cuando su personaje central apenas tiene 27 años, recurre a la ironía como hilo conductor de su trama novelesca. "La ironía nos puede llevar a ver muchos matices dentro de una misma realidad, y nos hace ver el doble sentido de algunas cosas", explica el autor, que trabaja como funcionario de la Junta de Andalucía.

Aunque rechaza que la novela tenga algún componente autobiográfico, Antonio Salido sí que admite que tanto él como su familia llegaron a imbuirse tanto en los personajes de la novela que sufrían o se alegraban tanto como ellos. "Fue una simbiosis total", recuerda. Antonio Salido ha querido acabar su novela con un vocabulario de términos muy frecuentes en la Edad Media y el Renacimiento, pero que hoy ya están en desuso. Como la alcabala, que era el impuesto concertado con el fisco en los reinos de la Corona de Castilla; las fiebres tercianas, calenturas intermitentes que se repetían cada tercer día; o la torre del concejo, desde la cual el concejo de Jaén hacían sonar la campana con la intención de alertar a la población sobre algún suceso que se situaba en la iglesia de San Juan.

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