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FÓRUM DE BARCELONA | Observatorio
Columna
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Lo real tiene grados

Un objeto original es aquel que se representa a sí mismo. Es, digamos, un real de grado cien. Un real cien es único ya que un objeto no es idéntico a ningún otro. Un real de grado menor 90 es el que representa al original con el 90% de la información necesaria para determinarlo como único.

Un pez vivo es un original, un real cien. Un pez en formol aún informa sobre el original. Es real, pero quizá sólo un cuarenta. Un pez fósil de 100 millones de años no es mucho más real que una réplica obtenida por contacto directo con un pez fresco. Una copia esculpida de memoria roza ya el grado cero...

El David de Miguel Ángel de la Galleria dell'Academia de Florencia es un real cien, la copia de la Piazza della Signoria, un real menor...

En general, cuanto mayor es su grado de realidad, mejor es la pieza para un museo. Pero hay una excepción. Es cuando, por alguna razón, el objeto cien es inabarcable para la percepción humana; por ejemplo, porque es demasiado pequeño (una célula, un virus) o porque es demasiado grande (un edificio, una ciudad). Sea entonces la distorsión: aumentar el objeto (y reducir con ello al observador) o reducir el objeto (y hacer crecer al observador).

Es curioso, pero en museología sólo funciona bien la segunda opción. Aceptamos todo lo que nos acerca a la divinidad, pero nos humilla cualquier intento en sentido opuesto. Un globo terráqueo de yeso eleva el espíritu, una bacteria gigante de cartón piedra lo deprime. En arquitectura y urbanismo, la maqueta es un objeto real de alto grado. En Cantonades uno puede abrazar un rascacielos como lo haría King Kong, (1:100) o volar sobre Nueva York como lo haría Superman, (1:1000)... Y no se puede soñar tal realidad de otra manera.

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