En compañía de meros y tortugas bobas
MUCHOS NO saben que El Hierro se encuentra entre los 10 mejores destinos de buceo del mundo. Es una isla pequeña y escarpada de las Canarias, que no llega a los 8.000 habitantes, pero llena de sorpresas. Playas y paisajes volcánicos, acantilados y bosques de sabinas se mezclan con prados y pinares. En sólo una hora es posible pasar de un paisaje que recuerda el agosto del cabo de Gata a otro muy parecido al puerto de Pasajes en el más crudo invierno.
Pero la belleza de la isla en superficie no puede competir con la explosión de vida tropical que exhiben sus fondos marinos. En el pequeño pueblo de La Restinga, en el sur, se concentran más de una decena de clubes de buceo que organizan inmersiones guiadas a la Reserva Marina del Mar de las Calmas y sus alrededores. En cualquiera de ellas, incluso en las menos profundas, la diversidad de color y de vida marina es abrumadora. Rayas, grandes meros, morenas de varios tipos, tortugas bobas, delfines y... con suerte, alguna ballena, están a la vista de los submarinistas.
No hay excusa. Si no se tiene licencia de buceo, en la misma isla, en pocos días, puede obtenerse el título de buceador en aguas libres, si se disfruta de buena salud y sin necesidad de una preparación física especial. La edad tampoco es problema: muchos comienzan a bucear cuando ya han alcanzado el medio siglo.
En La Restinga no hay hoteles, la oferta de alojamiento está limitada a apartamentos propiedad de vecinos del pueblo. Los herreños viven su vida pese a quien pese. Viven el turismo como una fuente más de ingresos, que de ninguna manera va a cambiarles. A diferencia de otros lugares, en plena temporada alta, sorprende ver el cierre de comercios en domingos y festivos.
