_
_
_
_
Tribuna:PAÍSES, PAISAJES Y PAISANAJES | FÓRUM DE BARCELONA | Opinión
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

De lo efímero y lo plúmbeo

Estamos de enhorabuena. Hete aquí que el Fórum nos propone una reflexión sobre la condición humana. No obstante, somos de la opinión de que la reflexión siempre debe empezar por la autorreflexión. Así que nos ponemos ambiciosos y nos acercamos hasta la exposición del Museo de Historia de la Ciudad, a ver si podemos vernos a nosotros mismos. Porque de eso se trata, de buscar espejos que nos devuelvan nuestra imagen. Entender, en definitiva, de qué va todo esto del ser, el estar y demás interrogantes. Y es que la condición humana no es moco de pavo. La evolución ha tenido a bien darnos a los homínidos esa oportunidad -la humanidad-, para que hagamos uso de ella según nos parezca oportuno. Y ahí está el quid del asunto. Porque, ¿a ver qué hacemos? Hasta el momento hemos estado muy entretenidos en ocuparnos y preocuparnos por la muerte, el más allá, el amor, las pasiones y, últimamente, en pagar el alquiler. ¿Hasta cuándo el planeta Tierra va a poder soportar tanta algarabía y tanto cachondeo?

Antes, cuando el diálogo fracasaba, las diferencias se dirimían a pedradas. Como diría un castizo, ¿si puede solucionarse a hostias, por qué recurrir a las palabras? Ahora, en cambio, con esto de la globalización, cuidadito con las diferencias de opinión que nos vamos todos a tomar por el agujero negro. El más allá, o sea. De esta guisa, hoy en día ¿quién se atreve a pontificar sobre el más allá, aparte de don Fraga Iribarne? ¿Cuántas cosas no habremos hecho, cuántos cuentos no nos habremos inventado para conjurar nuestros miedos? Si hasta Ismael y su Banda del Mirlitón fueron una emergencia de la especie contra el aburrimiento mortal de toda una generación, los sábados por la mañana. Ése fue nuestro primer aprendizaje sobre la muerte, que podía llegar por aburrimiento. Sólo al cabo de los años descubrimos que también se muere de una guerra civil. Y que los muertos reaparecen pero no resucitan. Muertos aburridos de tanto olvido. Y es que morirse, ya se sabe, da pereza.

Así pues, cabizbundos y meditabajos por lo que vemos en cada espejo que se nos cruza por la calle, nos internamos en una exposición que muestra sentimientos y violencias, ángeles y demonios, madres e hijos... A los padres no se les ve por ninguna parte, a no ser que sean los sátiros que persiguen ninfas. ¡Y a nosotros que nos caen bien estos señores! Vemos dioses de pega y autómatas, clavaditos al vecino del cuarto derecha. Rostros de tiranos y de iluminados, igualitos a nuestro inspector de Hacienda. Ídolos paganos y alegorías de toda clase, como esos santos de yeso ante los que se oreaban nuestras abuelas. ¿Nos reconocemos? Pues, hombre, así a primera vista todo resulta familiar. Sí, somos nosotros. Como decían los griegos, somos los efímeros -nombre con que se designaba a los seres humanos-. Efímeros y plúmbeos, dándole al magín para entender alguna cosa de nosotros mismos. Quizá ésa sea la razón de que, al salir del museo, uno tenga la sensación de no haber resuelto nada. El hombre y la mujer vienen del mono (aunque algunos parece que vuelvan). Hemos cambiado de peinado, nos hemos depilado las cejas y ya no correteamos en cueros detrás de la parienta blandiendo un garrote. Pero, por lo demás, tampoco hay muchas novedades. Seguimos sufriendo, gozando, llorando, masacrando al enemigo, obedeciendo al poderoso, rezándole a una estatua y dando sablazos a los amigos. Y es que Barcelona y yo somos así, señora.

Accidents Polipoètics son Rafael Metlikovez y Xavier Theros.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_