Arquitectura de vocación pública

Entre la rehabilitación de una casa del siglo XVII o de una masía del XVIII y la construcción de un gigantesco pabellón ferial, la imaginación puede ubicar casi todas las combinaciones de problemas y soluciones que definen actualmente el oficio arquitectónico. Espacio, forma y función, la arquitectura como síntesis es el título de una muestra inaugurada ayer en la sede de la Fundación Carlos de Amberes, en Madrid, que ensaya ese recorrido. Y su protagonista, el arquitecto José María Tomás Llavador (Valencia, 1954), alude a la tecnología, la arquitectura europea y el compromiso con el medio ambiente para explicar su trabajo de una década, que la iniciativa revisa.

"Hay una selección de obras ya construidas, de obras que están ejecutándose y de proyectos presentados a concursos que tienen alguna significación especial", explica Tomás Llavador, responsable, a través de su empresa Áreas de Ingeniería y Arquitectura, de "proyectos de referencia" en la ciudad de Valencia como los nuevos pabellones de la Feria de Muestras o el plan maestro del Balcón al Mar para la Copa del América en 2007.

La exposición, de la que es comisaria Aurora Herrera y que estará abierta hasta el 27 de junio, no incluye sólo planos, fotografías y maquetas sino también, como destaca el propio Tomás Llavador, "materiales de obra originales". El gusto de este arquitecto por lo que denomina "materiales tecnológicamente muy avanzados" es una de las características de su producción desde que decidió emprender una trayectoria profesional en solitario tras abandonar el equipo de especialistas que diseñó el Plan General de Ordenación Urbana de Valencia. "El hilo conductor", explica sobre los ejemplos de su trabajo recogidos en la exposición, "es la investigación". Una investigación muy atenta a las aportaciones de "la arquitectura europea de vanguardia más comprometida con el medio ambiente", atenta a los criterios de sostenibilidad e interpretada desde una "óptica mediterránea".

La organización temática de la exposición da una idea de la arquitectura de vocación pública de Tomás Llavador. Están los pabellones feriales y deportivos, como los de la Feria de Valencia, las futuras piscinas del Balcón al Mar (de carácter olímpico y diseñadas con una espectacular cubierta); los auditorios, como el que actualmente está construyendo en Torrevieja; el master plan de la Feria de Valencia y el del Balcón al Mar, proyectos de una envergadura y una complejidad urbanística considerables, y los concursos: por ejemplo para un centro acuático en Aalborg (Dinamarca), o para un estadio en la ciudad alemana de Colonia. No faltan por ello un edificio de viviendas de protección oficial en primera línea de la Malva-rosa ni los hoteles, como el que actualmente está en construcción en el edificio de la antigua Lanera, en Valencia.

Desde la inserción de la arquitectura en el paisaje urbanístico a la aplicación de la geometría para buscar soluciones tecnológicas, pasando por la recuperación de espacios ciudadanos, como la vieja dársena del Puerto de Valencia, Tomás Llavador ha tenido ocasión de abordar, buscando soluciones concretas a solicitudes generales, los problemas fundamentales de espacio, de función y de forma que configuran el oficio del arquitecto. En este caso, un profesional con una carrera ya densa que está en plena eclosión.