El festival destapa la mala acústica del Palau de Congressos de Peñíscola
Castellón Cultural asume el problema de la sala recién estrenada
El nuevo Palau de Congressos de Peñíscola no es una instalación preparada para las proyecciones de películas, pese a que su construcción iba a solucionar la ausencia de una sala adecuada en la localidad para albergar el festival de cine. A esa conclusión han llegado los técnicos después que, durante la celebración del certamen, la mala acústica haya afectado a todas la proyecciones.
Después de 15 ediciones en las que el Festival de Peñíscola se hizo tristemente célebre por la ínfima calidad de sus proyecciones, improvisadas en una carpa artificial o en un salón del castillo, el Palau de Congressos estaba destinado a paliar los problemas de un certamen acusado de cuidar muy poco su vertiente cinematográfica. Pero la instalación, inaugurada hace seis meses, ha acabado por hacer buenas las tardes en la carpa del Paseo Marítimo.
Los problemas de sonido de la gala inaugural, en la que a uno de sus conductores, el humorista Eduardo Aldán, no se le entendían los chistes, se reprodujeron al día siguiente con el comienzo de la exhibición de las cintas a concurso. El filme hispano-cubano Perfecto amor equivocado era prácticamente incomprensible a causa de la mala acústica del local, lo que provocó incluso el malestar del actor Sancho Gracia, uno de sus protagonistas.
La organización intentó solucionar el problema instando a Castelló Cultural, el organismo que gestiona el Palau de Congressos, a que enviara a Peñíscola a los técnicos especialistas para buscar la raíz del problema. Pero los técnicos no aparecieron hasta el pasado lunes, tercer día de proyecciones del festival, y, tras una inspección a fondo, llegaron a la conclusión de que la sala principal no está preparada para albergar proyecciones de cine.
"El Palau se diseñó como sala polifuncional y todas las salas de este tipo dan problemas al principio de su funcionamiento", explicó ayer a este periódico el director general de Castelló Cultural, Vicente Farnós, quien añadió que los técnicos que han revisado la instalación propondrán "la semana que viene" una serie de medidas para corregir las deficiencias acústicas. Pero, en la edición de este año, el mal ya está hecho y las principales afectadas han sido las películas de habla hispana.
Una inteligente comedia irlandesa
La sección oficial bajó el telón ayer con las tres últimas películas a competición, que metieron entre las cintas favoritas para llevarse el Calabuch a la irlandesa La memoria de los peces, de Liz Gill, una inteligente comedia llena de frescura y vitalidad a la que no le falta ni el lado subversivo. Con sólo medio millón de euros de presupuesto, Gill construye una divertida trama en la que se entrecruzan amores y desamores, homosexuales y heterosexuales, y casamientos y separaciones. Pero, sobre todo, se revela como espléndida directora, capaz de encerrar en una pecera la ciudad de Dublin y remover el agua para que todos los encuentros entre los personajes del filme no parezcan ficticios, de mantener el ritmo de comedia en una historia con todos los números para estar llena de altibajos, y de provocar la reflexión en el espectador al mismo tiempo que esboza una sonrisa. La cinta irlandesa se une así a la franco-americana Dead End y la argentina Conversaciones con mamá para conformar el trío de favoritas que opta a alzarse con el premio del festival, que se hará público a mediodía de hoy. En esas quinielas podría entrar la mexicana Sin ton ni Sonia, de Carlos Sama, una divertida y desmadrada película, llena de personajes estrambóticos, cuyo desarrollo recuerda a un culebrón televisivo escrito por un guionista que ha consumido peyote.
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