Bekele borra a Gebrselassie

Tenía que ocurrir. Era cuestión de tiempo. Fue ayer en la tradicional y madrugadora reunión de Hengelo (Holanda). Kenenisa Bekele, la nueva gran estrella del fondo mundial, borró de la lista de récords mundiales a su compatriota Haile Gebrselassie en la más corta de las dos clásicas distancias olímpicas, los 5.000 metros: 12m 37,35s frente a los 12m 39,36s ya viejos de hace seis años de Gebre en Helsinki. El sucesor ya ha pasado el trapo por la mitad de la pizarra y aún le queda la otra parte. Le faltan los 10.000, pero están al caer. El día 8 en Ostrava (República Checa) podría ser. Kenenisa sólo cumplirá cinco días después, el 13, los 22 años y tiene todo el tiempo del mundo, aunque ya lo ha aprovechado a conciencia.

Sus últimas noticias de este mismo año no pudieron ser más abrumadoras: en marzo, en los Mundiales de cross impuso un récord asombroso al ganar por tercera vez las dos carreras del programa,larga y corta, en dos auténticas exhibiciones. En una de ellas, incluso, remontó tras perder una zapatilla. En cuanto se puso en cabeza marcó el ritmo, llevó a su equipo a ganar a sus grandes rivales kenianos, y se fue cuando quiso.

Es más fuerte que Gebrselassie, cuya gracilidad aparente parecía garantizarle volar mejor por la pista. Pero la potencia de Bekele, sin ser tampoco alto, se traduce en una facilidad de traslación maravillosa que para otro atleta podría ser insuperable. Le ayuda una maquinaria interior africana, naturalmente. Su calidad no tiene límites ni terrenos, porque parece prepararse en las nubes, las de sus orígenes de las altiplanicies etíopes entre los 2.000 y los 3.000 metros donde se forman unos atletas privilegiados para las largas distancias. Apenas un mes antes del cross, en febrero, ya le había quitado en Birmingham a Gebrselassie el mismo récord del mundo de 5 kilómetros en pista cubierta. Le da igual pasar de la madera a la hierba y dos meses después al tartán. Bajo techo mejoró la plusmarca por menos de un segundo: 12m 49,60s frente a la anterior de 12m 50,38s. Ahora ha sido por dos.

Pero quizá lo que es más asombroso en este récord es la facilidad con que Kenenisa ha mejorado su marca personal al aire libre para conseguirlo. Nada menos que 15 segundos. El año pasado, el 27 de junio, ganó los Bislet Games en la pista milagro de Oslo, con 12m 52,26s. Después, en los Mundiales de París, tras ganar los 10.000, sólo pudo ser tercero en los 5.000 con 12m 53,12s, tras el keniano Eliud Kipchoge, otra estrella (ganador ayer de los 1.500), y el marroquí Hicham el Gerruj, que debutaba en la distancia. También ayer, Gebrselassie no pudo ya con otro etíope, Sileshi Sihine, en 10.000, 26m 39,69s por 26m 41,58s.

Kenenisa, en cambio, apenas dejó pasar los 2.000 metros para irse solo porque no le servían las liebres. A minuto por vuelta estaba en tiempo de récord y lo logró. "Ha sido muy complicado porque el ritmo al principio era muy lento", reconoció. Aún debe decidir si corre 5.000 o 10.000 en Atenas, aunque casi prefiere la distancia larga. Pero dependerá de dónde se encuentre mejor. Ya tiene dudas.