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Reportaje:FÓRUM DE BARCELONA | Actividades

La música como pócima mágica

La cantante israelí Sara Alexander lleva más de 30 años viajando y defendiendo la paz y el diálogo en Oriente Próximo

Su música es como ella misma. Pura fusión. Puro mestizaje, con influencias de los cinco continentes, pero con una vocación claramente mediterránea. Sara Alexander nació en Jerusalén de madre turca y judía y de padre gitano, judío y originario de Rumania. Sus orígenes, junto con la situación de eterno conflicto en su país de nacimiento, Israel, han marcado toda su trayectoria vital y artística, y la han llevado por todo el mundo a proclamar y defender la necesidad de paz en Oriente Próximo.

Alexander vivió y creció en un kibutz (granja agrícola israelí en régimen de cooperativa) hasta que hizo el servicio militar (en Israel también es obligatorio para las mujeres). Tuvo suerte y lo pudo hacer dentro del grupo artístico más prestigioso del ejército de Israel. Una vez finalizado su entrenamiento militar, Alexander estudió música y composición musical, tanto de Oriente como Occidente, en el conservatorio de Haifa. En 1967, tras la guerra de los Seis Días, se marchó de Israel y desde entonces no ha dejado de viajar y de alimentarse de distintas fuentes musicales gracias al contacto que ha establecido con muchos otros artistas.

El de ayer fue su primer concierto en el Fórum y logró atraer la atención de numerosos visitantes. A pesar de actuar a una hora un poco extraña (16.00 horas), los espectadores del escenario de la jaima quedaron cautivados por la música y las canciones de Sara Alexander, que en esta ocasión no ha viajado sola, sino que lo ha hecho junto a otros nueve artistas solistas procedentes de Turquía, Marruecos, Grecia y Armenia, para citar algunos países. Músicos nómadas como ella.

"Mi música se parece a mí", respondió ayer Alexander cuando se le preguntó sobre cómo define la especial música que hace. Es muy difícil de clasificar porque se alimenta de muchas fuentes. Hay un poco de aquí y un poco de allí. Canciones que recuerdan músicas orientales, con ritmos balcánicos, con toques gitanos, celtas y judíos. Pero tampoco olvida el jazz. Una música que traspasa fronteras y que, sobre todo, pide diálogo y entendimiento para Oriente Próximo.

"Para mí, la música es una poción mágica que educa al ser humano a través de la emoción", explicó tras la primera de sus tres actuaciones en el Fórum (las otras dos serán hoy y mañana, también a las 16.00 horas). "Es algo que va de corazón a corazón y que no tiene que pasar por los cerebros de las personas", añadió la artista. Aunque a Alexander le preocupan todos los conflictos que hay en el mundo, ayer señaló: "Hay que empezar por lo propio y denunciar las injusticias que se comenten en tu propia casa".

Alexander ha defendido siempre la necesidad de que los palestinos tengan su Estado dentro de Israel. "Hay que sentarse y hablar", resume, a la vez que rechaza cualquier atisbo de heroísmo en su postura. "No soy la única que pide diálogo y entendimiento; hay otros artistas que también trabajan en este mismo sentido, pero podemos ser muchos más".

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