Los Reyes se vuelcan con las familias de los militares muertos
"Entiendo lo que estáis sufriendo, pero no puedo ponerme en vuestro lugar. No sé cómo reaccionaría a la pérdida de un hijo". Éstas fueron, aproximadamente, las palabras que la Reina dirigió ayer a Paco y Amparo, los padres del sargento Francisco Cardona, muerto en el accidente del Yak-42. Hace un año, en el tenso funeral de Torrejón, en el que los familiares de las víctimas de la catástrofe aérea imprecaron al entonces presidente, José María Aznar, y a su ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, la familia real fue la única capaz de transmitirles consuelo y muchos de ellos aprovecharon ayer para agradecérselo. "Lo siento mucho, pero no podemos hacer nada para devolveros a vuestros seres queridos", se excusó el Rey.
El ministro de Defensa, José Bono, quiso convertir el Día de las Fuerzas Armadas en un homenaje a los militares españoles muertos en misiones internacionales en los últimos 15 años: un total de 102, "que son bastantes", en palabras de don Juan Carlos. Para hacerse una idea, bastaba ver a los 150 familiares que abarrotaban el hangar de la cubierta de vuelo del buque Galicia, el mismo que de marzo a julio de 2003 prestó ayuda humanitaria en el puerto iraquí de Um Qasr, de lo que informó como enviada de TVE la flamante princesa de Asturias, Letizia Ortiz.
Exposición sobre el Yak-42
Los Reyes se demoraron en saludar personalmente a las viudas, padres o hermanos de los militares fallecidos en Bosnia, Kosovo o Irak. Antes de subir al buque atracado en el muelle de levante del puerto de Almería, donde se celebró la recepción oficial, visitaron la exposición montada en una tienda de campaña por las familias del Yak-42. Junto a un burka o un corán, había un panel con las fotos de los 62 fallecidos. "Nadie muere del todo mientras no se le olvida", dijo Bono.
Defensa puso un avión desde Madrid y un autobús desde Valencia para que los parientes de los soldados muertos pudieran asistir al acto. Para resaltar este protagonismo, la bandera española y una corona de laurel fueron llevadas, entre otros, por Mari Carmen Castellanos, madre del teniente Arturo Muñoz Castellanos, el primer militar español muerto en misión de paz, en mayo de 1993 en Mostar (Bosnia-Herzegovina), o por Cristina Lucas, de 15 años, hija del agente del CNI José Luis Lucas Egea, caído en una emboscada en Irak el pasado 29 de noviembre. "Preparamos a nuestros ejércitos tanto para la defensa de la paz, como para otros servicios más importantes, la defensa de la patria", dijo el Rey en el brindis.
Almería se volcó con las Fuerzas Armadas. Hasta 30.000 personas, según fuentes de Defensa, asistieron al desfile, que recorrió el centro de la ciudad. Entre los 500 infantes había miembros de la Legión, recién vueltos de Irak, o del Tercio de la Armada, que el sábado atracaron en Almería en el buque Hernán Cortés procedentes de Bosnia-Herzegovina.
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