Una exposición rinde homenaje a las manifestaciones ciudadanas
'El híper activista' es una crítica mordaz a la sociedad de consumo
"Nada es más contagioso que el entusiasmo", decía el guitarrista mexicano Carlos Santana. La exposición permanente del Fórum El híper activista pretende reconocer el papel de las protestas ciudadanas en los últimos tiempos, en especial desde la ocupación de Irak. Ello se combina con una crítica irónica a la sociedad de consumo, recreando un hipermercado donde, en vez de productos de consumo, hay objetos para la protesta.
La entrada al recinto de la exposición, que se esconde en una esquina del puerto del Fórum -cerca de los famosos Guerreros de Xian-, la constituyen varias hileras de cacerolas, que se han convertido en el símbolo de las manifestaciones ciudadanas. Fueron el instrumento que usaron muchos argentinos para hacerse oír durante la crisis y luego se sirvieron de él los barceloneses para protestar contra la guerra.
Una vez dentro, la exhibición se divide en cinco secciones o escaparates. El primero lo llena un carro de la compra repleto de utensilios de cocina. Valen tres euros, y el mensaje es que rinden, y mucho. "Lo cierto es que los acontecimientos nos superaron. Empezamos a diseñar la exposición antes de las manifestaciones contra Irak. Hasta entonces nunca se habían producido unas protestas tan masivas. Fue el momento en el que Barcelona pareció ser la ciudad del mundo donde se respiraba más libertad. Creíamos que debíamos reflejarlo todo", explica la guionista de la exhibición, Marta Cáceres.
Cuando el visitante llega al segundo estante, ya ha podido advertir que el ambiente es de auténtico supermercado. No sólo se reproduce su estructura, sino también el clásico sonido de megafonía, que en esta ocasión se usa para la denuncia social. "Se trata de una crítica al consumismo, donde lo que más importa a la gente es comprar y tener. La propuesta es pasar a una sociedad del bienestar. En ésta, el ciudadano se preocupa por sentirse bien", afirma Cáceres.
En los estantes del tercer escaparate figura otro objeto que se ha convertido en la máxima expresión de las protestas: el teléfono móvil. En una sociedad del bienestar, viene a decirse, el móvil ya no sólo es un instrumento de comunicación, ni lo más importante de éste es el modelo o si incluye cámara fotográfica. Lo que realmente importa es su utilidad en favor de la colectividad.
Al lado de este aparato, otro producto con un doble mensaje. La ropa se ha convertido en uno de los ejemplos más corrientes del consumo, pero a su vez es un elemento siempre presente en las manifestaciones, en las que estas prendas suelen llevar el lema y el símbolo de la marcha.
La "dieta de Sarajevo"
"Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia". Estas palabras, del doctor Derek Bok, forman parte del conjunto de frases que el visitante puede entretenerse a leer. La exposición demuestra que todo el mundo es en cierto modo algo ignorante, puesto que desconoce buena parte de la realidad social. El cuarto escaparate contiene un carro de la compra con algunas latas de alimentos. Pocas. "¿Quieres perder peso? Prueba la dieta de Sarajevo", se lee en un cartel pegado al cristal.
"Para crear esta parte de la exposición, hablamos con la Oficina de Barcelona en Sarajevo. Nos ofrecerien varias recetas que los habitantes de la ciudad pusieron en circulación y que conformaban esta dieta, muy cruda y forzada, por la que más de 400.000 personas perdieron una media de 10 kilos en muy poco tiempo", lamentó Cáceres.
El híper activista en sí, sin embargo, no aparece hasta el quinto y último escaparate. El paradigma es Julia Butterfly, la joven contestataria norteamericana que durante dos años vivió en una secuoya para luchar contra la industria maderera californiana, que quería acabar con un bosque de la región.
La última parte de la exposición pretende, según su guionista, ser optimista. Para ello, efectúa un curioso juego de espejos. El visitante se sitúa ante un cristal donde varias personas sostienen una pancarta. A los tres segundos, la imagen del que acude a ver la exhibición se refleja en el espejo. "En ningún momento he pretendido elevar la exposición a un concepto artístico. Quería que el ciudadano se identificara con la crítica. El mensaje es: los activistas son como tú, porque eres uno de ellos", remacha Cáceres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.