La tragedia del Yak-42 continúa
Es cierto que se ha faltado al respeto a los 62 al no poner al servicio de sus cadáveres todos los recursos de la ciencia para una correcta identificación.
Pero la flagrante falta de respeto también ha tenido lugar mientras ellos estaban vivos.
Nuestros militares volaban en aviones destinados al transporte de mercancía; los vuelos no fueron rescindidos para apagar alarmas, sino porque habían sido objeto de más de una docena de denuncias por inseguridad; es comprensible que si, en su día, pidieron a empresas como Air Europa e Iberia un transporte de mercancía para llevar pasajeros que ni se molestasen en remitir oferta técnica; que el Estado español tuviera que poner el dinero del seguro de vida, pues: ¿se puede contratar un seguro de vida por pasajero en un avión destinado al transporte de mercancía?
A ello hay que añadir que el ex ministro se contradijo respecto a las quejas que los militares habían tramitado, y no sabemos todavía hoy quién ni por qué frenó el paso de las quejas a los responsables de atenderlas para rescindir los vuelos.
Además, de las investigaciones realizadas a lo largo de este año se ha llegado a saber que la tripulación no hablaba correctamente el inglés; que no había cumplido la normativa que fija las horas de vuelo para evitar la fatiga; que los camareros de la cantina donde estuvo el avión en el último aeropuerto sirvieron vodka a la tripulación; que el aparato tenía una caja negra estropeada; que volaban en un avión que combinaba mercancías y pasajeros; que todavía hoy no conocemos el manifiesto de carga del avión y, por tanto, si llevaban mercancía explosiva.
En conclusión: se puso en peligro la vida de los 62 militares más allá de lo estrictamente imprescindible, o lo que es lo mismo, el antiguo ministerio no hizo cuanto podía haber hecho para evitar la tragedia, contraviniendo el artículo 96 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, que dice: (el mando) "Considerará las vidas de sus hombres como valor inestimable que la Patria le confía y no las expondrá a mayores peligros que los exigidos por el cumplimiento de la misión".
Por tanto, el malestar existente en estos momentos en el Ejército y la necesidad de una lección ejemplar son absolutamente legítimos porque resulta incomprensible que se le exija a cualquier militar darlo "todo por la Patria", cuando la Patria, y sus mandos, le dan un transporte de mercancías y omiten sus quejas ¿por trepar un par de un escaños hacia la cúpula militar?
De todo esto hay que volver a dar cuentas en el Congreso de los Diputados, hay que investigarlo y, los tribunales tienen que deliberar las responsabilidades si las hubiere.