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"Deja las armas en el suelo, sal a la calle y nos damos un abrazo"

"Yo le dije que si quería algo, tenía que darme algo a cambio. Ése fue el trato: tú confías en mí y yo en ti. Así que la primera vez me pidió unos emparedados, y yo acepté dárselos a cambio de que liberase a un rehén", recuerda el inspector jefe Andrés Hurtado, que habló en 16 ocasiones con el atracador. A ese primer rehén le siguió, a media tarde, otro empleado del banco, como trueque por un televisor. La policía cubrió con un furgón el ángulo desde el que las cámaras que transmitían en directo el suceso podían captar a los GEO apostados en una oficina de Caja Madrid colindante. El objetivo era que Stoiko no viera, a través de la televisión, el despliegue policial.

El secuestrador estaba "muy alterado" inicialmente, según Hurtado. Pero habló con varias emisoras de radio a través del teléfono de las mujeres que, al ser liberadas, habían dejado sus móviles dentro del BBVA. ¿Para qué quiere el dinero?, le preguntó un redactor de la cadena SER. "¿Para qué se usa el dinero? Para comprar algo... no lo sé", respondió el joven rumano.

Lo quería, sin embargo, para poder traerse a España a "una chica" -su novia- que está en Rumania, según le comentó al negociador. Éste consiguió, finalmente, convencer al muchacho para que se entregara cuando sólo retenía a dos empleados, uno ellos Juan Carlos Chamorro. Los otros 11 que habían permanecido en el tercer piso del inmueble habían sido liberados por los GEO en torno a las seis de la tarde desde la azotea.

"Si te parece bien, deja las armas en el suelo, sal a la calle y nos damos un abrazo", le pidió Hurtado a su "amigo Ovidio". El joven dejó la metralleta en el suelo, pero olvidó hacer lo mismo con la pistola. Unos segundos después, al salir a la calle, cayeron sobre él los geos... y no hubo abrazo.

Stoiko Ovidiu Anton lleva cuatro meses en España. Trabajó dos semanas de albañil y cuidando niños. Desde hace tres semanas estaba en paro. Según un compañero de piso, sito en el barrio de los Reyes Católicos, estudiaba veterinaria en su país. "Vino a España con sus padres para ganar dinero y seguir estudiando", dice. "Pero en los últimos días estaba muy nervioso por no tener trabajo y la falta de dinero", añade. Su madre vive en Madrid capital con su segundo marido. El compañero de Stoiko recuerda que éste "estaba buscando 200 o 300 euros [durante los últimos días] porque decía que con ese dinero iba a ganar mucho más". Eso induce a sospechar que usó ese dinero para comprar las dos armas de imitación con las que cometer el atraco.

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