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Reportaje:FÓRUM DE BARCELONA | Vecinos

Al otro lado del recinto

Los vecinos de los barrios de Diagonal Mar, Maresme y Besòs piden compensaciones por el impacto del Fórum

Blanca Cia

Cada día entre las diez y las once de la mañana se forma una cola muy cerca de la esquina de Diagonal con la calle de Josep Pla. La mayoría son hombres que aguardan a que llegue la prensa gratuita. Las mujeres charlan al lado. Y el tema de conversación que tarde o temprano sale es el Fórum. Lo tienen enfrente, un poco más allá de las omnipresentes torres del nuevo Diagonal Mar. El nuevo, porque el barrio de Diagonal Mar, de unos 10.000 vecinos, fue fundado en la década de los sesenta por varias cooperativas para proporcionar hogar a los inmigrantes de entonces, principalmente andaluces, extremeños y gallegos. Enfrente sólo existía la metalúrgica Macosa, donde hoy está el parque. El resto eran campos.

El alcalde de Sant Adrià regaló 12.300 entradas de tres días a la población

Para los residentes del viejo Diagonal Mar, Maresme y el suroeste del Besòs, el Fórum es un vecino extraño. Tan cerca y tan lejos. Jacinta, Juana, Montserrat, Francisca, Ana e Isabel charlan animadamente y coinciden en el diagnóstico: es indiscutible la mejora del barrio. "Antes aquí había ratas y descampados. Pero no ha sido sólo por el Fórum, porque ya empezó con la apertura de la Diagonal y el barrio alto", opina una de ellas. El "barrio alto" es el conjunto de torres construidas entre Josep Pla y Selva de Mar, entre la Diagonal y el mar; unos pisos que se han vendido por más de 360.000 euros, frente a las 300.000 pesetas (es decir, 1.800 euros) que pagaron los cooperativistas hace 40 años.

Dicen que no hay mucha relación entre ambos lados de la avenida. De hecho, en el lado del complejo proyectado por la multinacional Hines apenas se ve a nadie en la calle. En la Diagonal Mar vieja, en cambio, siempre hay corrillos.

"Ya se sabe que el progreso tiene algunos inconvenientes", tercia una ante las airadas protestas de una convecina por la falta de aparcamientos. De hecho, ésa es la primera de las quejas que sale a relucir en cualquier conversación: "Pagamos nuestros impuestos, queremos nuestros derechos. Aparcamientos", reza una de las escasas pancartas que hay en el barrio, concretamente en la Rambla de Prim. "Entre Diagonal, Josep Pla y Selva de Mar hemos perdido unas 400 plazas de aparcamiento en la calle", explica Josep Hitos, presidente de la asociación de vecinos de Diagonal Mar.

El regidor de Sant Martí, Francesc Narváez, replica que se han habilitado dos solares -uno junto a Diagonal con Josep Pla y otro con la intersección de esa calle con la del Pallars- en los que caben 225 coches. "Con vistas al futuro se construirán aparcamientos subterráneos en la zona y se podrá aparcar en los solares de Taulat [actualmente reservados al Fórum]", argumenta el edil.

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Los residentes de los tres barrios reclaman "alguna compensación social" para equilibrar las dos realidades que hay a uno y otro lado de la Diagonal. "Necesitamos más equipamientos, guarderías y, sobre todo, centros para la tercera edad. La población de estos barrios se ha hecho vieja", insiste Hitos.

"Y viviendas, pero asequibles. Que los jóvenes se están marchando", remata Santos Pérez, de la asociación de Maresme. Ése fue uno de los primeros barrios de la zona -el primer bloque se acabó en 1956- cuyas viviendas están afectadas de aluminosis. "No es la misma afectación del Turó de la Peira, pero requiere rehabilitación. Y en eso estamos", subraya, y a continuación puntualiza que las ayudas de las administraciones cubren entre el 20% y el 50% de los 12.000 euros de coste por piso. Cerca de la mitad de las 1.300 viviendas del barrio ya han sido rehabilitadas.

Los pisos de esos barrios han experimentado parecida subida de precios que los del resto de la ciudad. "En el tercero de mi escalera

[un edificio de 28 años con fachada a la Rambla de Prim entre Llull y Diagonal] se vende uno por 58 millones. Ya me dirás...", explica Nieves. "A algunos esto les ha pillado ya jubilados, con los hijos colocados. Han vendido el piso y se han vuelto al pueblo o se han instalado en la torre. Pero a la mayoría de poco nos sirve porque sólo tenemos eso", tercia Raquel, una vecina de 45 años que nació en la calle de Llull. Ella, como muchos otros, ha visto cómo el pequeño comercio de la zona sucumbía ante el gigante comercial de Diagonal Mar y era sustituido por los negocios de la nueva inmigración, que no entusiasma, aunque tampoco provoca rechazo. Los bares son los más agraciados por la transformación y por el impacto directo del Fórum, primero por las obras y ahora por el trasiego de público. La queja que se repite insistentemente, sobre todo en los corros de mujeres de Diagonal Mar, es que el Fórum "no tenga un detalle" por las molestias. "Detalle" que se concreta en entradas. "Como en Sant Adrià, donde han repartido entradas", espeta Francisca. Es el run-run que corre por el barrio y tiene algo de cierto. El caso es que el alcalde de Sant Adrià, Jesús M. Canga, decidió que todos los vecinos de Sant Adrià que quisieran ir al Fórum podrían hacerlo a cargo del presupuesto municipal. Mediante buzoneo, se informó de que el consistorio facilitaría entradas a quien se apuntara en una lista, previa comprobación del padrón, explican fuentes del consistorio. Dicho y hecho: se repartieron 12.300 entradas de tres días.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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