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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Obras Públicas en el Polígono Sur

El polígono Sur de Sevilla, que en nada se parece a la broma pesada de documental que se proyectó con el mismo nombre, tiene una historia triste. Pero, para no remontarnos muy atrás, diremos que es una barriada conscientemente abandonada y convertida en gueto, y en donde la diversidad de estatus social abarca cada estrato de las clases trabajadoras y estratos marginales. Es por ello que desde hacía años, en varias fincas, los vecinos no atendían a sus obligaciones según la Ley 49/1960. De hecho, no se pagaba ni agua ni luz en muchísimos de los bloques que conforman el barrio, sobre todo en la Barriada Martínez Montañés.

Pero la Consejería de Obras Públicas tuvo la feliz idea de "comenzar a arreglar" el barrio abriendo una oficina en la zona más limpia, más excéntrica y más privilegiada de la barriada, en el Conjunto 4. Y para sorpresa de todos los vecinos, esta oficina reúne todos los requisitos para que sea denominada "una burla a los vecinos". Su trabajo, además de tramitar el arreglo de cuatro de los peores bloques, que estaban desde hacía 20 años en un estado tercermundista, ha consistido en dar viviendas a varias familias, a las que han sacado de Las Vegas para traerlas a las 800 Viviendas., y sacarlo de nuestro bloque y otros (800 Viviendas) para algún otro bloque de la barriada Martínez Montañés, algunos casos con unos criterios verdaderamente sorprendentes, pues hay casos en los que se sacaba de mi bloque, en muy malas condiciones, a una familia con problemas para subir a un sexto por parte de uno de los miembros, pero se les llevaba a un bloque en que tenían que subir a un cuarto. Los criterios siguen siendo un enigma bajo siete llaves, pues sí que tenemos vecinos en condiciones mucho más desfavorables, que aun no han sido trasladados. Eso sí, a los que se sacaron, sin sacarlos del barrio, se les llevaba a una zona mucho más habitable, lo que despertó ilusiones y esperanzas de salir de este gallinero en muchos vecinos de la misma finca.

Otro de los trabajos ha sido traernos la civilización a nuestras vidas, a través de imponernos, mediante el engaño y las falsas, una Comunidad de Vecinos. Si alguien cree que el problema de las Tres mil viviendas es un problema de formación o educación, es que no vive en este planeta. En un barrio en donde la convivencia vecinal está desvertebrada, donde los núcleos familiares están desestructurados, y donde años de marginación, paro y precariedad han levantado un subterráneo mundo de economía sumergida, que conforma a la larga una estructura social viciada y conflictiva, en donde chocan modelos micro-sociales antagónicos, empezar por fundar comunidades de vecinos sólo sirve para que quienes viven de la economía sumergida más degenerada puedan pagar sin problemas, y además estén contentos del entorno que les rodea, pero para que quienes trabajamos y pasamos verdaderos apuros para llegar a fin de mes, nos veamos privados de una cuota que, sin ser excesiva, se nos atraganta pagar cuando a nuestro alrededor hay gallineros, perreras, heces, basura, mafias, abusos de todo tipo, absoluta falta de respeto al sueño y el descanso, y, como enorme y hermosa guinda que corona este "pastel de mierda", tenemos a una oficina que es conocedora de cuantos entresijos se tejen en cada hogar del barrio, con todo lo que ello implica (es decir, conocer todas y cada una de las actividades ilícitas y en qué condiciones y lugares exactos se dan).

Por ello, para que cunda información verdadera y explícita de qué acontece en nuestro barrio y qué hace Don Manuel Chaves y la pantomima de Autoridad única o comisariado, acabaré diciendo que aun siendo consciente de los verdaderos problemas de nuestro barrio, y de las penurias y miserias con que nos obligan a vivir a quienes trabajamos, la Oficina de la Consejería de Obras Públicas se mofa de nosotros obligándonos a pagar, con una orden de desahucio, una cuota de comunidad en un bloque en que tenemos el orgullo de vivir con gallinas, perros de pelea y otras deleznables cosas.

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