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Reportaje:

Académicas lecciones

José Manuel Blecua y J. A. Pascual perticipan en un curso para profesores de español de la UPV

La pasión por la lengua castellana y la erudición visitaron el viernes y el sábado la UPV de la mano de la h y la k minúsculas, las plazas que ocupan en la Real Academia de la Lengua el gramático José Manuel Blecua y el lingüista José Antonio Pascual. Los dos académicos impartieron sendas lecciones en el edificio de las Aulas de la Experiencia de Bilbao a los 35 alumnos que participaron en la tercera edición del curso para formación de profesores de castellano para extranjeros, organizado por la catedrática Ángeles Líbano.

José Manuel Blecua (Zaragoza, 1939), hijo del prestigioso experto en la poesía del Siglo de Oro del mismo nombre, centró su clase en la enseñanza del español como lengua extranjera en el siglo XV y XVI. Al igual que en la actualidad, entonces se le daba gran importancia al aprendizaje de técnicas para entablar una conversación o para redactar cartas comerciales, de fórmulas de saludo, de tratamiento o de la simple denominación de los objetos presentes en una casa o las distintas prendas de vestir. En esa época comienza a utilizarse la literatura como herramienta para adentrarse en el conocimiento de un idioma. "En Italia se imprimieron varias Celestinas con un léxico en la parte final para una mejor comprensión", explicó. La lengua se aprendía con estos libros o en las cortes. Entonces el inglés no tenía la importancia que adquirió a finales del siglo XVIII y el español era utilizado por diplomáticos y comerciantes. Cinco siglos después, cinco millones de personas estudian el español como idioma extranjero, la demanda de docentes crece y uno de los principales referentes es el Instituto Cervantes, del que Blecua ha sido director académico.

Uno de los lugares del planeta donde más aumenta el aprendizaje del castellano es Estados Unidos, un país donde se está expandiendo el spanglish, una mezcla de español e inglés que no preocupa a Pascual. "Fenómenos como el spanglish los hallamos en la lengua desde el siglo XIII. No tiene trascendencia y no va a ser, desde luego, el español que se hable en Estados Unidos por mucho que se quiera traducir El Quijote al spanglish, algo que resulta de cachondeo", subrayó.

La llegada de términos en inglés, sobre todo en el campo de la ciencia y la tecnología, tampoco genera inquietud en Pascual, que aboga, eso sí, por una regulación adecuada. "No me preocupa que entren muchas palabras del inglés, lo que me preocupa es no controlarlas", expresó.

El académico salmantino, con cuarenta años de docencia en su biografía, aconseja a los profesores de español mucha pasión por el idioma y por atraer a sus alumnos hacia él. "Deben conseguir que el estudiante asuma que el hecho de hablar bien es un placer y que lo viva como tal, sin miedo a expresarse y a probar. En mi primera clase, uno de los alumnos me mostró un poema. Aunque era bastante malo, le animé a seguir. Veinte años después, supe que había ganado un premio de poesía", recordó.

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