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Crónica:FÚTBOL | 38ª y última jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Tamudo salva de la quema al Espanyol

Un gol del capitán y otro de Lopo dan la permanencia a los blanquiazules

Robert Álvarez

Tras un partido del montón, resuelto de manera predecible -con un par de goles de Tamudo y Lopo tras las asistencias de turno de De la Peña- se destapó un tarot inapelable: se salvó el Espanyol, que continuará un año más en Primera, y en consecuencia cayó la espada de Damocles sobre el Celta y el Valladolid, que vieron frustradas sus remotas ilusiones y rubricaron el descenso a Segunda.

El Espanyol salió a la carrera, forzó tres saques de esquina en el primer minuto, se atuvo a la ebullición de Tamudo en la punta y sacó tres buenos remates en el primer cuarto de hora. Todo muy en consonancia con el esplendor de una hinchada más numerosa y entregada que nunca. Al Murcia, que consumó su descenso ya hace más de un mes, le costó cerrar espacios en la medular y echarle el lazo a Tamudo. Pero el delantero denotó toques quijotescos, de tan solo, y a la vez convencido, que estuvo en sus correrías entre el quinteto defensivo que dispuso Toshack.

ESPANYOL 2 - MURCIA 0

Espanyol: Lemmens; Torricelli (Toni Velamazán, m. 64), Lopo, Pochettino, Wome; Fredson, Morales; Maxi (Raducanu, m.57), De la Peña, Hadji (Domoraud, m.73); y Tamudo.

Murcia: Sánchez Broto; Juanma (Quintana, m.78), Cuadrado, Hurtado, Azcárate, Maciel (Tato, m.78); Gancedo, Jensen, Richi (Varela, m.45), Luis García; y Karanka.

Goles: 1-0. M. 71. Tamudo remata cruzado desde el flanco derecho tras recibir un pase de Iván de la Peña.

2-0. M. 79. M. 79. Lopo cabecea un centro en el saque de una falta de De la Peña.

Árbitro: Megía Dávila. Expulsó a Raducanu (m.81) por doble amonestación. Mostró la tarjeta amarilla a Torricelli, Cuadrado, De la Peña, Morales, Jensen y Quintana.

Estadio Olímpico de Montjuïc. 51.700 espectadores.

Soportada la primera oleada de ataques, el Murcia le echó el ojo al flanco izquierdo del Espanyol. Por allí insistieron Richi y Luis García. Aprovechaban los espacios que Luis Fernández había propiciado con su decisión de tirar a Hadji a la derecha, junto a Maxi y desplazar a De la Peña a un lugar indeterminado en la medular. Quedaba abierta una autopista por la izquierda por la que teóricamente debía circular Wome. Pocas veces lo hizo. El Murcia le dio un par de sustos a Lemmens, que tuvo que sacar la manopla ante un cabezazo de Azcárate. El partido se calentó. Luis García recibió un codazo y Juanmi el portero suplente del Murcia se dedicó a discutir con algunos componentes del banquillo del Espanyol. La tensión crecía, como correspondía a un partido con tanto en juego.

Cada minuto que pasaba, más insoportable se le hacía la presión a los jugadores del Espanyol, que sabían que, por momentos estaban condenados al descenso a Segunda dadas las noticias que llegaban desde Valladolid. El Murcia pasó a controlar el partido. David Karanka envió un remate a quemarropa alto después de que un centro desde la derecha de Varela, que había relevado a Richi, le dejara solo ante Lemmens.

El Espanyol necesitaba subir un punto en su presión, arremeter al menos. Luis Fernández, que ya había reubicado a De la Peña en la media punta, dio entrada a un rematador, Raducanu, y retiró a Maxi. Y acto seguido prescindió de un defensa, Torricelli, para avivar más el juego por las bandas con la irrupción de Toni Velamazán. El Espanyol no acababa de dominar el juego, de mantener continuidad en sus acciones. Perdía demasiados balones. En esta situación no fue de extrañar que reventara el partido. Se produjo un vaivén de emociones con tres jugadas que vaticinaron el desenlace. La primera fue un magnífico trallazo de Luis García que dejó tiritando el travesaño de Lemmens. La segunda, sólo un minuto después, fue un remate de Raducanu al palo tras un centro desde la derecha de Toni Velamazán.

El partido estaba maduro. Se adivinaba que, en una u otra área, estaba próxima la estocada que debía zanjar el asunto. En esas condiciones surgió, una vez más, como es casi habitual, el bueno de De la Peña. Un rechace a la frontal de la defensa murciana, un toque de primera, sutil, de lo pelat al rincón derecho del área. Y un remate primoroso de Tamudo, raso, cruzado, al primer palo, que pasó bajo las piernas de Sánchez Broto. Era el gol de la salvación para el Espanyol. Había llegado como la inmensa mayoría de los que le han permitido redimirse de su desastrosa primera vuelta, gracias a una de las mejores sociedades que pululan en el fútbol español, la formada por De la Peña y Tamudo, que sumó su 19º gol. Lopo, después de que de nuevo De la Peña pusiera otro esférico a pedir de boca en el área, cabeceó a la red y liberó por fin al Espanyol de la pesada cruz con la que ha cargado casi toda la temporada. Ha sido un año de sufrimiento, que acabó bien porque acertó a superarse en los peores momentos, porque contó con jugadores decisivos como Tamudo, De la Peña y Pochettino, que le permitieron remontar los nueve puntos que le separaron de la salvación. Todo un mundo y toda una lección para cursos venideros.

Tamudo, abrazado por aficionados del Espanyol tras el partido en el que el equipo se aseguró la permanencia.
Tamudo, abrazado por aficionados del Espanyol tras el partido en el que el equipo se aseguró la permanencia.EFE
Tamudo se lamenta de una ocasión fallada.
Tamudo se lamenta de una ocasión fallada.RODOLFO MOLINA

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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