La guerra de Irak abre la batalla electoral
La probable celebración de debates televisados aumentará el interés por los comicios del 13-J
No hay precedente en España de que la celebración de unas elecciones europeas, como las del próximo 13 de junio, venga precedida de un debate tan intenso y cercano en este país sobre los problemas del viejo continente. Por su división con motivo de la guerra de Irak y por la novedad de la posición española que mantuvo el Gobierno de Aznar, de apoyo a la beligerancia de la Administración de Bush en la guerra y de alejamiento de Alemania y Francia, que han afectado a los españoles, tal y como señalan las encuestas.
El PP pretende eludir este debate en la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo alegando que, con el regreso de las tropas españolas de Irak, ya está zanjado y su candidato, Jaime Mayor, amenaza, incluso, con resucitar el caso GAL y el escándalo económico en el que se vieron inmersos dos colaboradores de José Borrell, ahora cabeza de lista del PSOE, que le llevaron a dimitir en 1999 como aspirante a la presidencia del Gobierno. Pero el PSOE considera imprescindible ese debate. De ahí que, aunque la precampaña se desarrolla con frialdad, todo apunta a que ganará en intensidad a medida que se acerquen las elecciones.
El PSOE, con José Borrell como cabeza de lista, encara la campaña electoral con el viento a favor no sólo por lo que señalan las encuestas de opinión -diez puntos de ventaja sobre el PP, según el sondeo del CIS de abril; es decir, el doble de la obtenida en las elecciones generales del 14-M- sino por el propio centro del debate: Europa. El PP, sin superar aún la sorpresa del 14-M, con Jaime Mayor como cabeza de lista, juega a la defensiva, trata de llevar el debate al terreno doméstico y confía cada vez menos en otra sorpresa que le permitiera resarcirse de lo sucedido en las urnas hace dos meses. A diferencia de lo que sucedido en las pasadas elecciones de marzo, ahora es muy probable que haya debates en televisión entre los cabezas de lista del PSOE y del PP.
El PSOE se presenta a estas elecciones como la opción europeísta por antonomasia, avalada por la excelente acogida que la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de retirar las tropas españolas de Irak ha tenido en Francia, Alemania y en la presidencia de la Comisión Europea, y por su acercamiento a estos países y su alejamiento de la política de Bush en Irak. La fotografía de los abrazos que dieron a Zapatero el canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, en la cumbre de Dublín, a principios de mayo, son, a juicio del PSOE, su mejor campaña electoral.
Este giro en la política exterior española aparece avalado, además, por las encuestas. Según un sondeo del CIS del pasado abril, el 76,8% de las españoles apoyaron la decisión de retirar las tropas de Irak y un 72% creen que la nueva política exterior española será mejor que la anterior.
La situación de Irak, agravada cada día, estará inevitablemente en el centro del debate de las elecciones porque ha sido la clave de la división europea y sería absurdo eludirlo, precisamente en unos comicios cuyo objeto es el futuro de Europa, sostienen los socialistas.El principal reto que afronta el PSOE es superar la desmovilización habitual en las elecciones europeas, inferior en 10 puntos porcentuales a la de las generales. Confía en que en esta ocasión les siga una parte importante de sus votantes del 14 de marzo -donde superó los 11 millones de votos- precisamente porque los problemas europeos resultan cada vez más próximos.
Cuenta también con la posibilidad de que esta movilización se reproduzca por reacción a la actitud de algunos dirigentes del PP, y particularmente de José María Aznar. Las declaraciones de dirigentes del PP en las que apuntaban que el PSOE recogió una parte del voto del miedo por los atentados del 11-M pueden favorecer esa reacción. Lo mismo que las declaraciones de Aznar en Estados Unidos en las que atribuyó a la influencia de los terroristas del 11-M la victoria electoral del PSOE.
La importancia que el PSOE concede a estas elecciones la evidencia el que su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, se va a implicar en ocho actos públicos de campaña.
Al Partido Popular le gustaría sacar la situación de Irak de la campaña, por el creciente empeoramiento de la situación, pero lo tiene muy difícil. Está abocado a hacer una campaña a la defensiva y a plantear el debate europeo en términos de política doméstica. El secretario general del PP, Mariano Rajoy, lo ha dejado claro al apuntar como temas de debate el déficit cero, cuando el Gobierno socialista acaba de anunciar que los Presupuestos de este año incurrirán en algún grado de déficit, y el reparto de poder en la nueva Constitución europea para achacar de "debilidad" a la posición negociadora de Zapatero.
El PP quiere, como hizo en la campaña de las elecciones generales, presentar a Zapatero como un "político débil" en su acercamiento a Europa tras lo sucedido con la negociación sobre las ayudas al algodón, el tabaco y el aceite, y por acceder a que Roma sea la sede de la firma de la Constitución europea. Mayor ha amenazado, incluso, con airear de nuevo el caso Gal.
El Partido Popular se juega más en estas elecciones que el PSOE. Sin superar aún el fracaso electoral del 14 de marzo, el Partido Popular querría en estas elecciones europeas movilizar a sus votantes y ganarlas para demostrar que el resultado de los comicios legislativos fue atípico, una consecuencia de la "confusión" generada por el atentado del 11 de marzo. Pero lo ve cada vez más difícil.
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