_
_
_
_
LA CRÓNICA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cosas que hacer para no ver la boda

Como mujer en contra de la discriminación laboral por razón de sexo, me declaro elenista y marichalarista a pesar de que la monarquía me da igual (yo soy oligárquica de toda la vida). Por eso, hoy me dedicaré a una actividad dificultosa: no ver la boda por la tele. Puede que ustedes, elenistas y marichalaristas de conveniencia, se encuentren en mi mismo caso. Puede que necesiten entretenerse haciendo algo, lo que sea, a lo largo de todo este penoso día. Ya les digo que es imposible ir al bar. Los bares que tradicionalmente ocupamos los seres de ambos sexos que vemos el fútbol mientras consumimos cerveza y pinchos de tortilla hoy están ocupados por seres de ambos sexos que ven la boda mientras consumen zumos de naranja y bikinis. Por eso, les ofrezco unas actividades enrolladas para que, el lunes, en el trabajo, los elenistas y marichalaristas también tengamos algo que contar.

Más información
Asturias celebra la boda real a 500 kilómetros de distancia

Plan uno: ir al Fórum. Actividad perfecta para los navegadores contra corriente profesionales que estén en contra del evento, pero todavía más en contra de las bodas reales. Eso sí, una vez allí, por lo que más quieran, entren en la exposición Voces. Esta exposición, precisamente, es la que no visitaron los Reyes el día que fueron al Fórum a pesar de que había un séquito que les esperaba en la puerta. Mejor. En ella se nos revela un dato científico que revolucionará la lingüística moderna. Es una primicia mundial que los del Fórum, siempre modestos, no han anunciado con el autobombo que merecería para no eclipsar la boda. Vayan hasta la mesa donde están representados los alfabetos del mundo. Primero, verán los alfabetos alfabéticos, como el georgiano, el griego, el inuit y el mongol. Luego, los silábicos, como el bengalí, el cherokee y el coreano. Finalmente, y aquí es donde se encuentra la primicia, los ideográficos, como el braille. Sí. ¡Los del Fórum han descubierto que el braille es ideográfico como el chino simplificado! Hasta ahora, nadie se había dado cuenta. Ante este descubrimiento, es fácil que centenares de invidentes (que ignoraban la feliz nueva) formen colas kilométricas para poner los dedos encima del braille ideográfico y leer un poco. Pero no podrán. Encima del alfabeto braille ideográfico hay un cristal protector (seguramente reciclado). Es cierto que un puntilloso podría pensar que poner un cristal encima del alfabeto braille ideográfico impide la lectura de los invidentes. Yo no lo veo así. Para mí es un canto a la superación, al "creemos en los milagros", al "la palabra imposible no existe en mi diccionario". El cristal simboliza los valores de nuestro Fórum.

Plan dos: ir a la esteticista o a la peluquería a formarse una opinión sobre la boda. Actividad de tinte irónico para elenistas de ambos sexos con alma de maruja. Si van al Tot ungles, de la calle de Muntaner cruce con Valencia, les depositarán en una camilla, conectarán un CD llamado Organics de música para exasperar y les preguntarán si las quieren medias o enteras (las piernas). Una vez entren en materia, la amable esteticista les informará de las ideas básicas que circulan de camilla en camilla. Son estas: Letizia está demasiado delgada. Si está demasiado delgada es porque dijeron en la tele que ella pierde mucho peso por el estrés. Al ser tan independiente, lo va a pasar mal en la corte. No le cambiaríamos el sitio. Jaime Peñafiel cae mal. Lo de decorar Madrid con árboles sintéticos parece Bienvenido Mister Marshall. Mucho pensar en los herederos y muy poco en los desheredados. (Esta última frase, de gran nivel, ha sido pronunciada por una señora que se estaba haciendo la manicura francesa).

Plan tres: practicar reverencias reales. Actividad para monárquicos y aspirantes (como yo) a biógrafo real. Para ello seguiremos las enseñanzas de Màrius Carol, escritor y experto en la Casa del Rey, además de atractivo, al que voy a ver con la excusa de que me firme su libro Las anécdotas de don Juan Carlos. "El caballero debe desabrocharse la americana", me indica él, al tiempo que lo hace (es un hombre elegante), "y, a continuación, inclinarse de manera que la corbata forme una línea recta perpendicular al suelo". Me lo demuestra. Y su corbata cae a plomo (es elegantísimo). Después, me indica cómo lo hacen las mujeres. "Debes adelantar el pie, y el otro queda un palmo atrás". Desciendo sin perder la verticalidad, como si llevara unos televisores en la cabeza (o unos libros, si no hubiese más remedio), y me da el visto bueno. Me dice que si quiero más información llame a la Casa Real y me da el número de memoria. Eso me acaba de impresionar.

Si les fallan los tres planes, tengo otras alternativas, a saber: redactar un manifiesto de escritores contra la cobertura mediática de la boda. Escribir una carta al director sobre la conveniencia o no de que la boda sea religiosa. Opinar que los republicanos son los que más se fascinan ante la monarquía y los que más reverencias hacen. Pensar en Joan Puigcercós de manera lúbrica. Comprar camisetas con el lema Yo tampoco he sido invitado a la boda real, como la que lució Óscar Nebreda en la tele. Bromear sobre los que bromean con el hecho de que el rey es campechano. Redactar un manifiesto de escritores contra los libros sobre la boda y contra el anterior manifiesto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_