Memoria y artificio

Aunque afincados en Barcelona, Brigitte Szenczi (Budapest, 1943) y Juan Antonio Mañas (Madrid, 1946) han desarrollado en paralelo una sugerente apuesta pictórica, muy afín en sus claves a una cierta deriva de la figuración que afloró en la escena madrileña durante los setenta. Edificada a partir de un sofisticado programa alegórico, su pintura despliega un territorio plagado de emblemas enigmáticos, evocaciones melancólicas y resonancias eruditas. En esta ocasión Szenczi y Mañas nos presentan un conjunto de telas realizadas este año, junto al que recuperan otros dos trabajos anteriores de gran talla, el espectacular artefacto central y la recreación de otra pieza que presidía La Casa del Abismo, el ciclo que dedicaron en 1997 a los diagramas mnemónicos. Pese a los años que separan la ejecución de ambas vertientes, su integración compone a la postre una secuencia sin fisuras. Más aún; a mi entender, ésta es con diferencia la exposición más intensa y rotunda que les recuerdo hasta la fecha en su trayectoria.

En primer lugar, la feliz conjunción de las partes responde sin duda a la primacía otorgada, dentro de las telas recientes, a aquellos registros habituales en las tipologías acuñadas en su obra que, sin alcanzar una formulación tan explícitamente literal como en las piezas de 1997, resultan con todo cercanas a una cierta dicción jeroglífica. Pero la intensidad sostenida en todo el horizonte de la muestra viene dada, en rigor, por la mayor ambición generalizada, a su vez, en la obra última que convierte en norma la compleja estructura simbólica antes reservada a la pieza cumbre de cada serie. Todo un alarde, que el tándem Szenczi-Mañas concreta a partir de tres artificios escénicos de caudal equivalente, las hipnóticas estancias que desvelan la entraña metafórica de las casas del alma, los pasajes que atesoran inquietantes estirpes objetuales y la ensoñación prolongada en torno al paradigma de la ciudad ideal.