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Jesús Cifuentes explora la utopía social, la resistencia y la paz en su segundo disco en solitario, 'Horizonte'

Fue el abanderado de los jóvenes con inquietudes sociales en los años noventa, cuando su voz y su guitarra estaban al servicio del grupo Celtas Cortos. Ahora, definitivamente en solitario, Jesús Cifuentes (Valladolid, 1967) recupera su carrera en solitario con el disco Horizonte, álbum en el que los deseos de cambio social y la esperanza en un mundo mejor se visten con los ropajes de rock con base electrónica, aunque este último concepto no sea enteramente dominante sobre el lado humano de su música: "Simplemente, he utilizado ese aderezo tecnológico para hacer canciones normales y corrientes".

Con temas como Dale que dale, impregnado de insurgencia proletaria, Generación, todo ironía con respecto al triunfo de la operación, o cantos a la paz, la utopía y a la resistencia en Memoria histórica, Cifuentes muestra una tremenda coherencia ideológica que el cantante y compositor atribuye a que, como adolescente, "creció en un barrio obrero de Valladolid a la sombra de un personaje mítico, el clásico cura rojo que albergaba reuniones clandestinas, incluso en los años de la transición. Aquello era el caldo de cultivo de jóvenes revolucionarios que me condujo al lado duro de la insumisión, con visita incluida a unas pocas comisarías". Esa cercanía vital hace que la implicación política en la música sea "mi modo de respirar. No puedo expresarme de otro modo, ni siento la necesidad". De hecho, el tema Memoria histórica incluye a modo de coda el legendario estribillo del Canto a la libertad del ahora diputado por la Chunta Aragonesista José Antonio Labordeta. Para el músico, esa canción forma parte de su iconografía personal. "Cuando empecé en primero de rojerío era uno de mis himnos. Además, Labordeta es amigo mío y le considero un sabio. Tiene un cúmulo de anécdotas que contar, aparte de ser quien es: un cantautor de la transición. En mi canción me emociona oír esas palabras".

Horizonte es un disco que reposa casi exclusivamente sobre los hombros de Cifuentes, quien trabajó el álbum durante un año largo en el pequeño estudio que tiene en el patio de su casa. Allí creó y estructuró las canciones, esperando la colaboración del otro responsable del disco a niveles de producción, el argentino Álex Seoan, con quien Cifuentes ha experimentado una relación profesional cercana al flechazo: "Conocía su música y él estaba en un chiringuito en Buenos Aires que se llama Music Brokers, en el que trabajan estilos como el trip-hop y el ambient. Cuando me puse en contacto con él ya tenía intuición de que iba a haber buen rollo. Pero, cuando nos encontramos, resultó que además era el guitarrista de un grupo punk argentino y su actitud y su filosofía tenían gran paralelismo con las mías. El funcionamiento ha sido fantástico, porque no se ha establecido una relación de competitividad, sino todo lo contrario. De encontrar lo mejor para el disco".

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