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Crítica:LA LIDIA | FERIA DE SAN ISIDRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Qué pena de fiesta!

Antonio Lorca

Avisos para navegantes. El primero, para la empresa: la plaza no se llenó a pesar de que en el cartel figuraban dos triunfadores. Ésa es la consecuencia del trabajo fino de los antitaurinos. Tanto se engaña a la gente, que ésta deserta. El segundo, para el ganadero titular y matador de toros César Rincón. De los toros presentados sólo le aprobaron dos. Si no se tienen toros para Madrid, la dignidad aconseja a un buen ganadero que ni se anuncie en los carteles. Pero la vanidad rompe el saco y los dos ejemplares fueron una auténtica vergüenza por su invalidez y falta de casta. También fracasaron Moisés Fraile y los dueños de los tres sobreros. Y aviso para la autoridad. ¿Por qué se permite el fraude diario de toros inválidos y se mantienen en el ruedo? ¿Qué forma es ésta de defender la pureza de la fiesta y los derechos de los espectadores?

El Torreón / Uceda, Cortés, Marcos

Dos toros de El Torreón -cuatro fueron rechazados en el reconocimiento-, 1º y 3º, -este último devuelto-; y cuatro de Moisés Fraile -el 6º, devuelto-. Todos bien presentados y absolutamente inválidos. Primer sobrero de Los Recitales, inválido; segundo sobrero del Conde de la Maza, devuelto, y tercer sobrero de Ramón Flores, manso y descastado. Uceda Leal: pinchazo y estocada contraria (silencio); estocada caída (silencio). Antón Cortés: bajonazo (ovación); pinchazo hondo y dos descabellos (división). Leandro Marcos, que confirmaba la alternativa: cuatro pinchazos -aviso-; pinchazo y casi entera baja (silencio); cinco pinchazos y el toro se echa (silencio). Plaza de las Ventas, 18 de mayo. 8ª corrida de la feria. Casi lleno.

¡Qué pena de fiesta, señoras y señores! Ayer, en Las Ventas, se vivió uno más, pero uno de los más bochornosos espectáculos de los últimos años. Toros bien presentados, pero podridos, moribundos, que pedían a gritos una muerte rápida para evitar mayor sufrimiento; toros agotados desde su salida al ruedo, toros hundidos en la más absoluta miseria de la podredumbre.

Lo más grave es que dicen que ésta es la primera plaza del mundo. Pues si es así, esto no lo remedia ni Pedro Romero que resucitara. Porque será la primera plaza, pero no la mejor afición, si es que existe en alguna parte de este planeta; ni la mejor empresa, ni los mejores ganaderos, ni la mejor autoridad... Lo de ayer fue el máximo exponente de la ordinariez taurina.

Resulta inconcebible, por ejemplo, contemplar cómo la mayoría del público asiste impertérrita, y parece que divertida, a un espectáculo tan lamentable. Es imperdonable que la plaza jaleara con olés la buena intención de Cortés ante un inválido total como si la faena tuviera mérito alguno. Lamentabilísimo. La fiesta, por los suelos. Porque no hubo toros -por llamarle de alguna forma incorrecta- ni hubo fiesta ni vergüenza...

El primero no podía con su alma, pero las quejas no hicieron mella en el presidente. Salió del caballo completamente borracho, o es que ya lo estaba, vaya usted a saber, y llegó a la muleta agotado. Marcos se preocupó mucho de componer la figura y poco de torear. Tiene clase, pero no lo demostró porque no se cruzó y desaprovechó los cuatro o cinco muletazos que tenía el toro. A la hora de matar, puso rumbo a Valladolid, que es su ciudad, y dio un mitin. El sexto era un novillo que se frenaba en los engaños y embestía de manera incierta. No es Marcos torero de batallas y se afligió pronto. Montó la espada y se desvió tanto que hizo el ridículo.

El segundo mordió el polvo tras el caballo, en banderillas y en la muleta. Un pleno. Estaba de pie, pero muerto. El único que no se enteró fue Uceda Leal, que le dio pases y más pases y ni uno de la más mínima calidad. No eran pases, evidentemente, sino trapazos infames. Pero él no se dio cuenta de nada, y siguió y siguió con un deplorable sentido de la medida. Más enfermo estaba el cuarto, y abrevió. En el tercero, Cortés derrochó voluntad, pero no había nada que hacer. Además, fue volteado de forma espeluznante tras cobrar un bajonazo. Salió para matar el sobrero, inválido también, ante el que sólo pudo demostrar decisión.

Leandro Marcos, en Las Ventas.
Leandro Marcos, en Las Ventas.MIGUEL GENER

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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